jueves, 4 de mayo de 2023

Me llamó la chica con la cual salí, para avisarme que ya consiguió trabajo. La felicité en grande. "Enhorabuena", le dije. "No vayas a arrugar", agregué. "¡Qué pesado! Obvio", contestó ella, muy segura. Al instante, cortó. Se despidió rápido, porque, de hecho, se encontraba trabajando en su nueva pega. No entendí bien, pero era algo en terreno. En efecto, su verdadero desafío comenzaría ahora: mantener la pega el mayor tiempo posible. En estos tiempos, se ha vuelto una hazaña. Escucharla con tal regocijo fue como si le hubiese vuelto el alma al cuerpo. Saber que ella encontró trabajo le dio otra mirada a mi propia situación laboral, una que creía agobiante al extremo. Así, su sola y sencilla satisfacción pudo hacerme cambiar el día. A veces, solo hace falta una llamada, una llamada para afinar el sentido y volver a andar.