domingo, 19 de febrero de 2017

Dialéctica en Trova

Un loco y su amigo hablaban sobre la vez que lo dejaron plantado, y sobre una ocasión en que le dieron una dirección equivocada de trabajo. El amigo insistía en que se trataba de un par de casos sin importancia. El otro loco le aclaraba que no se daba cuenta que vivía en un mundo 100% materialista. Que los idealismos respecto a la confianza y el mutuo de acuerdo se hallan mediados, en gran medida, por la vara del interés. El loco, bastante más letrado, hacía lecturas referentes a Marx, la Biblia y Nietzsche. El amigo, protagonista de aquellos episodios, sin tanta teoría, solo se basaba en el hecho de que aún confiaba en las palabras "salidas del corazón", en la posibilidad de que no todas las intenciones fueran completamente egoístas. Ante eso, el loco le replicaba: "La dialéctica, compadre, la perdida dialéctica". Una cuestión eminentemente práctica, según él, que podía verse reflejada en el simple hecho de que la mesera del local exigiera la cuenta antes de que ellos se pusieran a tomar. Demostrando cierta desconfianza, o bien una medida todavía desconocida para los clientes. Él agregaba: "La historia. Se mira a huevo la historia. Pero todo se puede explicar en tesis, antítesis y síntesis. Esa es la idea de Hegel, que luego Marx aterriza, para explicar cuán cagaos estamos". El amigo suyo, sin cachar tanto sus ideas, pero tratando de seguirle la corriente, aclara: "Pienso que después de todo, lo importante es comunicarse, wn, comunicarse". El otro loco finaliza diciéndole: "Y organizarse, recuérdalo". El amigo suyo asiente, levantando un vaso lleno de cerveza. En un choque de vasos podía resumirse un incipiente comienzo, una espumante dialéctica sin otra ambición que su trasnochada promesa. La mesera había vuelto hace un rato a la caja, antes de escuchar el remate discursivo del loco y el amigo. Vuelve al puesto justo cuando ellos acababan de brindar. Dejó caer la cuenta rápidamente sobre la mesa. Sin tranzar palabras. Los amigos, al ver cómo el papelito se deslizaba tenuemente entre los vasos, se miraron sin más y siguieron bebiendo.