sábado, 25 de mayo de 2024

Descubrí hace poco una banda de metal colombiano llamada Reencarnación. Nunca la había escuchado, y eso que me considero un investigador de la música under. Se trata de una banda legendaria surgida en los ochenta, poco después de Parabellum, otra banda icónica de esas latitudes. La importancia de Reencarnación radica en que fueron referentes de una variante extrema del metal: "Ultra metal", la cual surgió bajo el contexto del Conflicto armado colombiano, en medio de un panorama de mucha miseria y violencia. Dicen que el sonido del Ultra metal habría inspirado a bandas como Mayhem y, por extensión, al Black metal en Noruega. Sin embargo, se trata más de un mito que de otra cosa, parecido al mito del origen del punk en Perú con Los Saicos.
Lo que más destaco de la banda -más allá del sonido sucio y pesado de los primeros Reencarnación- es la propuesta artística de su líder, Victor Raúl Jaramillo, alias "Piolín", quien se trata de un tipo estudioso y letrado, doctor en filosofía por la Universidad Pontificia Bolivariana que imparte clases de literatura clásica y contemporánea en la Universidad Luis Amigo. En las letras de la banda Reencarnación se puede apreciar el bagaje literario de "Piolín", y una mirada, un pensamiento que sirve como trasfondo a la música. Hay alusiones filosóficas y poéticas que trascienden la mera letrística satánica y gore de ciertos géneros del metal. En las letras de Reencarnación, Piolín buscaba expresar un descontento humano, un existencialismo descarnado cruzado por la inminencia del narco en los barrios bajos y por una realidad social ajena a las instituciones y a la civilización. "Había una necesidad de romper lo que nos estaba rompiendo. Nos estaban aniquilando evidentemente. Había un delirio por la juventud, que es lo que ocurre actualmente también. Y, claro, como muchos creen que la juventud es el futuro, la humanidad de mañana, pero realmente era la juventud del presente. Entonces había que cambiarle la dirección, en la reflexión y el pensamiento o el destino era la muerte”.
La expresión particular del metal en Medellín sirvió, tal cual señaló "Piolín", como un auténtico muro de contención para que muchos jóvenes no cayeran ante la tentación de los señores del narco y empuñaran una guitarra eléctrica en lugar de un arma de fuego. Era tal la inmersión del crimen organizado en aquellos años que se volcaban al mundo del "under" o caían presos del sicariato, como víctimas o cómplices. Fue este relato el que impulsó la trayectoria de Reencarnación, una carrera basada en la música extrema, enriquecida, posteriormente, con albumes y canciones más orientadas a la exploración lírica. Comparto un poema que la banda Reencarnación usó para abrir su cuarto LP: Más hombres, menos estatuas.

Una trama que te nombra

Nada se entiende, porque esto no es para entender, sólo para cantar
Para seguir el ritmo quebrado e inoperante de la bestia que calcula y disfruta
La claridad de lo que se asoma al otro lado de nuestro cuerpo,
es una claridad que debe ser transformada, embarruntada,
en el adjetivo preciso, en el verbo cabalgante de los fantasmas.
Dentro de mí, se libera la primera batalla, la única, la imponderable
Dentro de mí, las catapultas se aquilatan y lanzan bolas de fuego
a las mentes cansadas que han sido usurpadas por la literalidad de las cosas,
por la realidad aclamada que los rebaños estrujan en sus bolsillos.
La dinamita de mis palabras es más fuerte que doce mil guerras mundiales,
más apetitosa que la jauría de las mujeres desnudas que asombran a los adolescentes.
Vengan, apártense de la ya gastada canción
y entonemos el himno de la fuerza, de la paciencia, de la creación
Construyamos la vertiente de los dominios del solitario
Creemos nuevos dioses y habitemos la fragua, y el ágora, y la sinagoga
que los sueños dejan en las manos de la noche.
Anímense a brotar del llanto a que nos obliga la carroña putrefacta del poder
Rompamos la bizantina lucha de los contrarios y pluralicemos el mundo
Los límites ya no son una manifestación de lo imposible
Los umbrales se multiplican y vivimos en ellos como si dijéramos, casa, hueco, piedra.
Síganse hasta el cansancio y allí donde duele el mundo,
emprendan unas guerras conciliadoras en sus adentros
No abandonen el camino que no es camino, sino, hacedura constante, azar, vaticinio
Comulguen con el poema, brinden con la música, atesoren el baile y distribuyan el gesto
Escriban en sus noches agotadas
Caminen y enciendan la virulencia con las prédicas que los sujetan
Atemoricen al bastardo, al inmisericorde, al líder que arroba debajo de la mesa la comida de los perros
El mundo nos aniquila, pero nosotros somos más grandes.