lunes, 16 de junio de 2008

El Tuco



Hugo Antonio Pérez Molgado, Alias “Tuco” 

(1952) 

El Tuco, como le llaman hoy por hoy los hueones de la calle Retamo, es uno de esos tantos viejos pintorescos que salen a las veredas a emprender el típico macheteo porteño, con la esperanza vaga pero legítima de algún día poder surgir de las tinieblas del anonimato en el que se halla producto de no poseer inmuebles. Pero ¿Qué es lo que llama la atención de este viejo entre tanto machetero? Ese es el punto que me lleva a dejar un resabio de su no menor afloramiento biográfico. El Tuco, desde los 30 hasta los 45 años, participa en uno de esos tantos negocios clandestinos de los cerros de Valparaíso. Se le puede encontrar en un pasaje sin nombre de la calle Vallejo, justo a esquina de la Avenida Francia, a una cuadra de Colón. Es allí donde truca y vende anfetaminas y falopa a precio conversable. Parece ser que la vida del Tuco corre por cierta vía de infra realidad. Su familia es un verdadero ente fantasma, a excepción de su hermana menor que para remate no lo quiere. Sus estudios se vieron congelados hasta enseñanza media por voluntad propia, porque daba lata volverse un autómata; y entre sus aventuras amorosas resultó que ninguna le pareció trascendental porque nunca creyó en el matrimonio ni en el cuento ese de la cigüeña. Mientras pasaba su vida metido en el fructífero “negocio negro”, el Tuco revelaba por las noches su bizarro lado B: era un poeta. El ambiente bohemio era lo que marcaba el sello de esta moneda antigua que era el Tuco, pero entonces ¿Nunca publicó nada? ¿Nunca hizo alarde de su talento? No, realmente no. La verdad es que el Tuco fue más inteligente: dejó todo para sí, entre tantos episodios de su vida, que se podría decir que este viejo ha llegado él mismo a ser un “libro”. Inédito, pero en fin, un libro. 


He aquí algo descubierto de entre sus vericuetos: 


Av. Francia 


Gentil hombre dime ¿Que hora es? Dime ¿Donde estoy? ¿Dónde está la salida? 

por la bullanga de estos rebenques parece que al fondo del pasillo en la ventana verde 

¿No la ve acaso compadrito? No se nos vaya a caer pues, caballero...

mire que la matrona es media alharaca y me podría despedir si le pasara algo a usted... cuídese de las tablas que están medias sueltas...

cuídese de los clavos que están medios oxidados…

mire que si se cae podría golpearse el mate…
Compadre... ahí si que me caga...
la *lady Pía pondría el grito en el cielo y mandaría a buscar a los matones de la calle Francia... esos sí que son malos... de esos sí que hay que cuidarse...

no ve lo que pasó el otro día con el fulano del segundo piso… le sacaron cresta y media… quedó como membrillo negro el pobre huevón…

lo sacaron en camilla con la cara tapada... no, no estaba muerto...

lo que pasa que a estos siempre se les calienta el hocico cuando tienen que golpear... 

y como son tres, se ensañan los culiaos...

luego llegaron los pacos pidiendo los carneses...

y el *“Chalao” le palabreó al capitán de la patrulla

y quedó todo resuelto… se llevaron al cojo loco…

y como estaba curao, como usted compadrito, pero más que usted, en todo caso…

si ya ni balbuceaba…estaba hecho lona y con un tajo en la cabeza…cagó redondito…

pero por eso le digo…váyase tranquilito.


*Lady Pia: Es la arrendataria del clandestino que el Tuco frecuentaba para llevar a cabo sus negocios.

*el “Chalao”: El pez gordo de los matones de la Av. Francia. Este Chalao está peleado con el Tuco porque según él este le quitó cancha a su banda de choros y matones de este sector del Cerro de La Cruz.

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