miércoles, 20 de marzo de 2024

"-¿Profe, usted conoce este libro?-", preguntó un alumno durante la última clase. Pensé que me mostraría alguna novela que estaba leyendo. Esperaba encontrar algo novedoso, pero luego me mostró una portada en su celular: ¡Era la portada de mi libro! "A destiempo. Reminiscencias e instantáneas!. "¿Y cómo dio con el libro?", le pregunté al cabro, todavía intrigado con el hallazgo. "No sé, simplemente busqué su nombre y me salió". 

Él quería tener una copia. Le dije que podía comprarlo en la página, pero se tardaría un poco, que estaba haciendo todo lo posible por mover ejemplares físicos para poder venderlos. El cabro me dijo que no pensara mal, que solo me había googleado y que por casualidad había aparecido ahí. Le resultó increíble ver el nombre de su profesor en la portada de ese misterioso libro. Incluso me propuso que lo diera a leer como plan lector. Sin embargo, trata cuestiones demasiado personales en clave literaria, y francamente no sé si UTP lo podría admitir. Pese al entusiasmo del cabro, tampoco creo que sea conveniente plantearlo siquiera como posibilidad de lectura curricular, aunque no deja de ser llamativa la idea de que tus propios alumnos sugieran la lectura de tu obra. 

Esta sería la tercera vez que estudiantes saben de mi libro, desconocido todavía para el medio editorial, solo que esta vez ellos hicieron la pega y lo buscaron por su cuenta en las inmediaciones de la red, todavía no asequible a bibliotecas y librerías. Es posible que aún descansen algunos ejemplares por ahí, escondidos en la oficina de algún taller, apilados entre impresiones viejas. Y estoy siendo muy optimista. Impulsado por el descubrimiento de los cabros, puede que a futuro, si es que se reedita, el libro encuentre un mejor destino, en el CRA de algún colegio en forma de donación o en las manos de algún otro alumno lector, cuya historia desconoce.

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