lunes, 11 de marzo de 2024

Otra crónica rápida, para quienes seguían mi estilo. Se trata sobre los rieles de los antiguos tranvías de Valparaíso. Lea y opine, caro lector:

Al cruzar por la Avenida Francia esquina Victoria, había excavaciones para remodelar las calles. Nada fuera de lo común: rejas impedían el paso y uno que otro pinganilla las atravesaba para cruzar. Sin embargo, había algo distinto. Se trataba de unos viejos rieles de tranvía, oxidados pero aún bien firmes. Iban en dirección hacia el Peatonal, puesto que antes ese sector era una extensión de la calle Victoria que conectaba con el Parque Italia y Pedro Montt. Aquellos rieles son tal vez los únicos vestigios de aquellos míticos tranvías que inauguraron el transporte público del puerto y que fueron concesionados por allá por el siglo XIX, prácticamente desde los inicios de la República.

Según se cuenta, primero circularon "carros de sangre", tranvías a tracción de a caballo; luego, fueron inaugurados los tranvías eléctricos que surcaron las calles del puerto hasta muy avanzado el siglo XX. Los rieles que sobresalían por debajo del cemento deteriorado eran la evidencia de su circulación a lo largo de casi todo el plan de la ciudad. Cuando los trabajadores seguían excavando por ahí cerca parecía que hubieran desenterrado el armazón de una criatura ya fosilizada en el tiempo. Los rieles aún persistían y se negaban a desaparecer, pero todo tiene su hora.

Al otro día, pasé por donde mismo estaban aquellos rieles cercanos a la calle Victoria, y los habían tapado con una estructura hecha de concreto y ladrillos, seguramente para volver a pavimentar encima. Lo que en su momento fue la vanguardia de la modernización urbana en Valparaíso, ahora yacía oculto, esta vez para siempre, en sus últimos estertores ante el avance furibundo de las máquinas a pulso.

La ciudad puerto se volvió a modernizar, a costa de su historia, y en esa fuerza arrolladora que empuja hacia adelante, sin misericordia alguna, se dejan atrás, en forma de remanente secreto, algunas joyas de una arquitectura perdida. Primero, fueron esos tranvías de un Valparaíso extinto. Luego, los vehículos que aún conservan su vigencia pese a las curvas y las subidas "paradas". Y a futuro, puede que ya ni siquiera resten las mismas arterias y la ciudad vuelva a enterrar sus restos, vuelva a reciclarse para dar forma a algo que ni siquiera los propios porteños, con su trashumancia furiosa, alcancen a imaginar ni a transitar.

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