domingo, 9 de junio de 2024

Ser conocido aún como cronista, "navegante en hechos y palabras", como "agudo observador del entorno", "inmortalizando crónicas de tiempos idos", por dos grandes poetas porteños y por un amigo escritor de Santiago, basta y sobra, a estas alturas, en cuanto a reconocimiento, y confirma que el oficio, por difícil e incomprendido que parezca, deja una huella mínima. Frente al embate del tiempo y los avatares humanos, las extrañísimas circunstancias vividas, de un tiempo a esta parte, me regocijo en la idea de que algo de nombre queda en la palabra, cincelada con rigor y no con menos pasión.

No hay comentarios.: