Yo siempre he considerado –si digo siempre, será desde los 20 años– que son perfectamente posibles en la poesía en verso las posiciones tomadas, de manera consciente o inconsciente, por intuiciones, instintos o pasiones de tipo político. Porque estas son el encuentro de voluntades alrededor del poder, para obtenerlo y ejercerlo. Y eso forma parte de la vida humana, tanto como el amor, la muerte, la niñez y otros asuntos.
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Dijo Gide que muchos lugares comunes había que repetirlos, porque uno los decía y nadie los oía. No se puede escindir la persona y la personalidad literaria de la cultural, genérica, humana, política, económica, social o religiosa. No se puede poner en compartimentos separados lo que se hace en Derecho y lo que se hace en Literatura.
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También las ideas y los ideales están descascarados. La palabra ideal ni siquiera se usa, al contrario, parece ridícula y siútica. Así como hay mugre en el aire, hay mugre en las ideas
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¡Si hasta en literatura las metáforas resultan sospechosas, peligrosas, y pocas veces vividas! En política pueden ser perversas.
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Las metáforas usadas por los políticos son falsas e inducen al error.
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