jueves, 5 de diciembre de 2024

A cinco años de tu partida, primo Pablo, estoy seguro que partiste a advertir un último incendio y a atajarle un último penal al destino. Cada vez que escucho una sirena de carro bomba en el plan, te escucho en el sitio del siniestro, reportando el desastre. Cada vez que escucho, a lo lejos, los vitoreos de una pichanga de barrio, te escucho relatando las jugadas con esa pasión que te caracterizaba. La vida, ya lo sabías, tenía ese algo de emergencia y de intensidad, de peligro y de juego. Y tú eras el jugador estrella, el temerario. Te recordamos por esa sencillez y ese arrojo.

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