La lengua de América es también como la del Quijote de La Mancha. Mejor: la lengua del Quijote es también la nuestra. Así como la épica araucana de Ercilla; la historia abismante y fantasmagórica en Pedro Páramo; el modernismo en Azul; y la poesía del ascenso y la caída en Altazor. La misma lengua nos atraviesa, el mismo destino, el mismo ocaso.
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