domingo, 2 de octubre de 2022

El hackeo al Estado Mayor Conjunto: complot o montaje

Tras el hackeo al Estado Mayor Conjunto que revela información clasificada de las Fuerzas Armadas y también informes policiales secretos sobre lo ocurrido durante la insurrección de octubre, han salido a la luz diversas teorías. La primera dice relación con el presunto plan de un grupo autodenominado Guacamaya, grupo anónimo de “hacktivistas” que, según dicen, ya ha atacado los organismos militares y policiales de otros países. Su declaración de principios ya es de conocimiento público y alude a un llamado de resistencia en contra de los Estados considerados invasores del espíritu de Abya Yala, nombre primigenio con el que se alude a toda la América. Así se deja leer en un extracto de su manifiesto:

“Para que quede claro, los ejércitos militares y las fuerzas policiales de los Estados de Abya Yala, son la garantía de dominio del imperialismo norteamericano, son garantía de la presencia extractivista del Norte Global. Son fuerzas represoras violentas, criminales en contra de los propios pueblos y sus organigramas piramidales internos de poder también son repudiables.”

Si se hace una lectura acuciosa, se puede inferir la ideología que subyace a estos llamados e imprecaciones, cuál sería su ideario y hacia qué horizonte apuntan. El propio grupo Guacamaya lo deja entrever, incluso de manera lírica y vehemente, en un poema:

¡Aquí, en nuestro hogar,

se congregan los mundos:

el águila del norte,

la guacamaya del centro

y cóndor del sur!

¡Vamos como el principio mismo de nuestro tiempo,

con nuestro tiempo espiral,

de cuentas largas de mil años,

con nuestro calendario lunar iluminado de sol!

¡Nuestra victoria es la vida!

La simbología de las aves alude a los ejes de poder en disputa a lo largo de América. Se trata de una metáfora geopolítica. El águila del norte es el Estado profundo norteamericano. La guacamaya y el cóndor representan, por su parte, el ethos de Hispanoamérica, aunque se puede advertir una evidente diferencia sustantiva en el cóndor, que configura el Cono Sur y que forma parte de nuestro escudo nacional como animal patrio, simbolizando la fuerza, en consonancia con el lema. La guacamaya, por su parte, representaría, más bien, el “espíritu centroamericano”, más tropical, y no es casual que este grupo de hacktivistas se haya adjudicado su nombre como emblema de batalla. Se podría decir entonces, que la visión de Guacamaya apunta a una suerte de reivindicación de los pueblos hispanoamericanos en contra del dominio del capital financiero estadounidense. Su ideario entraría en total consonancia con la izquierda libertaria y revolucionaria de corte marxista, pero con un toque de bolivarianismo por su idea de la “unión latinoamericana”.

Ahora, la pregunta que subyace es la siguiente: ¿habrá algún vínculo de este grupo con los partidos de coalición afines a su cosmovisión política? Difícil saberlo, mientras no existan pruebas fehacientes. Lo único evidente, por el momento, es que la intervención de Guacamaya en el Estado chileno, coincide con la coyuntura política posterior al rechazo de la Nueva Constitución, durante el gobierno progresista de Gabriel Boric, lo cual ya dice mucho.

He aquí que surge otra teoría aún más audaz sobre el hackeo, y es la teoría del montaje. Jorge Zamora, quien se ha hecho conocido en medios independientes por cuestionar la plandemia, ha señalado que el ataque cibernético al alto mando militar fue consecuencia del conflicto diplomático de Boric con Israel. Según su teoría, el propio gobierno (o quienes lo manejan en las sombras) habría hecho un “auto hackeo”, para neutralizar cualquier intento de levantamiento militar en contra de la agenda global en marcha. Prueba de esto, para Zamora, sería el hecho de que casi ningún personero de gobierno ha responsabilizado directamente a los hackers y, en cambio, han instruido investigaciones para delegar responsabilidades dentro de la institucionalidad militar. Aunque los antecedentes para sostener esta teoría no sean suficientes, no está demás pensar que existe una vasta red de implicaciones de poder, un auténtico Juego de tronos criollo, en donde se puede revelar toda una trama de negociaciones, sobornos, chantajes e incluso conspiraciones ocultas a la ciudadanía tras el velo del orden, la seguridad y el status quo.

Más allá de la presunta tentativa terrorista y revolucionaria de Guacamaya, más allá de la presunta conspiración del gobierno en contra de las fuerzas antiglobalistas, se ha hecho patente que las instituciones del Estado están expuestas, que Chile no tiene infraestructura crítica de ciber seguridad, dando una señal psicológica de indefensión ante cualquier fuerza invasora, ya sea un enemigo interno o externo. Un verdadero “ciber estallido” o “ciber insurrección” se está gestando, un auténtico espíritu octubrista llevado al mundo de lo digital en plena época del globalismo.

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