martes, 29 de octubre de 2019

Hoy los cabros tuvieron que rendir el último simulacro PSU. Una supuesta normalidad y la vuelta a clases en La Ligua provocaron que la directora dejara el horario de siempre. Hubo que ir pese a los llamados a paro nacional que se hacían sentir en el puerto, y a la instalación de barricadas en las inmediaciones de Melón y Nogales. Ya en el terminal se me ocurrió preguntar a qué hora salía el último bus de vuelta a valpo. Tipo 5. Considerando las circunstancias, y el corte de tránsito en el interior, era totalmente previsible, por lo que, llegado al instituto, la directora me planteó dos posibles soluciones: tomar el simulacro normalmente y luego irse con ella a Quillota para tomar el metro, o bien partir antes y dejar a los cabros realizando el simulacro en compañía de la secre. Finalmente la balanza se inclinó por la segunda opción, dado que era improbable que el metro funcionase normalmente después de las quemas de las estaciones en Bellavista y Quilpué. Entonces estuve con los cabros un rato, les expliqué la situación antes de que comenzaran la susodicha prueba, y uno de ellos dijo: ¿Qué pasará con la PSU?. La pregunta se hizo sentir en toda la sala, con los pocos compañeros que ahí se encontraban como cómplices. -No se sabe nada-, le respondí, sumando falta de certeza al ya incierto panorama. Hasta que una cabra saltó desde atrás y dijo con toda soltura: -Habría que evadir la prueba-. Al parecer, era la única conectada con el espíritu de la revuelta, porque el resto de los cabros se rieron un poco pero siguieron como si nada, asumiendo que las cosas tenían que en algún momento tomar un rumbo medianamente transitable. En pocas palabras, para ellos, la prueba se debía realizar igual, en un tiempo indeterminado, bajo otros parámetros, pero irrevocablemente. Al despedirme de los cabros y decirles que siguieran con lo suyo, un dilema acompañaba mi recorrido de regreso. ¿Qué clase de ética profesional podía consentir semejante absurdo, semejante arbitrariedad contracorriente bajo el contexto del estallido social? La tozuda ética de la responsabilidad, que cumple su propia ley a expensas de un contrato, aunque el desconcierto colectivo fulmine el orden reinante y proponga tabula rasa. El llamado era a evadir la prueba o tachar en ella el signo de la disconformidad. Ninguna opción resulta definitiva. Chile mismo se ha vuelto una prueba que se patea indefinidamente, merced a la desilusión, merced a la indolencia.

No hay comentarios.: