domingo, 19 de mayo de 2019

He cachado que la única forma de hacer la pega en el Preu entretenida (considerando que trabajo 30 horas) es agarrando las clases un poco pal hueveo. Así, por ejemplo, el otro día, una chica que practica kickboxing (y que, según contaba, estaba a punto de disputarse un campeonato regional) se mostró indecisa respecto a un ítem de una guía. Luego de haberle preguntado por su alternativa, no estaba segura si fuese esa que escogió. Cavilaba sobre ella por unos segundos, junto a otras compañeras. La alternativa tenía que ver con un ítem de plan de redacción. Al rato de cavilar, decía haberse rendido. Entonces, recordando que la chica era buena pa los combos, le propuse un pequeño desafío. Que hiciera cuenta que la PSU era un enemigo cabrón al que debía derrotar en un único round. "Imagínese que está en una esquina, y que la PSU la tiene acorralada, contra la espada y la pared. ¿Qué hará? ¿Tirar la toalla? ¿O probar un último combo breaker?" (este último concepto lo había repetido cuando ella daba alguna alternativa que empezara con la letra C, tanto así que se volvió su sello, al igual que la chica de La Ligua que en otra clase habló de la b de baca). La chica en cuestión no se tomó demasiado en serio el desafío, aunque, en un momento, miró a ambos lados, donde se encontraban sus amigas, y, sin mediar aviso, soltó su respuesta final: "B, profe. Es la B. No me pregunte por qué, pero esa es". Al escuchar su respuesta, me sorprendí por el solo hecho de que había acertado completamente, solo que ella aún no lo sabía. Todos en el curso esperaban que confirmara su resolución y disipara sus dudas. De ese modo, di un paso al frente y le pregunté: "¿respuesta definitiva?", (tratando de emular aquel ridículo concurso televisivo de Quién quiere ser millonario, puesto que la revisión de los ejercicios en ese instante era lo más parecido a un concurso de esas características, o bien a un Pasapalabra demasiado institucional). El suspenso se apoderó de la clase durante el lapso de la pregunta. Bastó un minuto para que la chica, ya más segura, alzara la voz y respondiera afirmativamente. Fue cuando me di la vuelta y escribí la alternativa B en la pizarra, que los cabros volvieron sobre sus guías y algunos miraron a la chica que, asombrada, no podía creer que le había dado al blanco. "Era B de batalla", le dije una vez más, a la joven luchadora. Para rematar, le advertí que le colocaría el tema de Rocky. "Jajaja no hace falta", contestaba, extrañada por esa inédita coincidencia entre la alternativa correcta y el desafío improvisado. "La cagó", se le alcanzó a decir a una de sus amigas, mientras le cubrían el hombro, como si hubiese vencido una mocha en la vida real, como si realmente le hubiese hecho un KO a un enemigo imaginario. Era una batalla entre miles. Una simbólica. Quizá qué otros combos seguirá asestando, fuera de la clase. Qué otras batallas le deparen (aparte de la fastidiosa prueba), o qué guerra interna esté librando en este mismo instante.

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