miércoles, 2 de enero de 2019

2019, ¿el futuro llegó?

2019, el año de algunas predicciones de Asimov. Hay cuestiones en las que el viejo Isaac sí acertó. Otras que se limitaron a ser una proyección. Así, por ejemplo, para este año, Asimov consideraba que las computadoras serían indispensables hace rato, en materia de educación y en materia de empleo, cuestión que puede entenderse bajo un impulso optimista, pero que guarda dentro de sí la disyuntiva propia de la era de la automatización. Por otro lado, consideraba que el 2019 estaría marcado por los problemas ambientales, ante lo cual la URSS y Estados Unidos unirían esfuerzos para mejorar las condiciones de vida del planeta. En esto, sin duda, erró Asimov, sobre todo ahora que Donald Trump sacó a Estados Unidos del Acuerdo de París. Otra cosa que había predicho sería un inminente retorno a la Luna a través de una "fuerza internacional" que no se limitaría a un viaje de reconocimiento, sino que asentaría las bases definitivas para trabajar sobre el suelo lunar, y fundar allí las estructuras de una posible central energética. También en esto el bueno de Asimov se habría equivocado, aunque no estaría tan lejos de la realidad, puesto que ya se sabe que existen proyectos para la exploración espacial y, entre ellos, el de Elon Musk, resulta uno de los más mediáticos, con la compañía Space X que no solo planea otro viaje alrededor de la órbita lunar, sino que hacia Marte, destino soñado de la ciencia ficción y de la elite humana. 2019 sería el año de la encrucijada espacial. A su vez, el año en el que se ambientaron Akira y Blade Runner, el año del Neo Tokyo y el año del distópico Los Ángeles. Bajo la perspectiva del anime y la película, el 2019 sería muy distinto al visualizado por la imaginación pletórica de Asimov, ya que estaría marcado, en general, por un mundo gris, hipertecnologizado, moralmente corrupto. En Akira, por ejemplo, Neo Tokyo poseía escuelas sobrepobladas, reinaba sobre los jóvenes la conciencia sobre la falta de futuro, los cuales se debatían en bares, nostálgicos con la temática vintage de los ochenta, expuestos a la sobreestimulación de las imágenes publicitarias o siendo parte de la delincuencia de las pandillas de motociclistas. Por su parte, en Blade Runner, se ve que Los Ángeles está completamente contaminado por una constante bruma y en permanente lluvia. Además, en este distópico L.A, los replicantes, esclavos biogenéticos, están a la orden del día, conformando un panorama oscuro en el que priman los negocios subrepticios en consonancia con la tecnología noir y los conflictos existenciales de seres sometidos a su indefinición ontológica, mediada por la autoconciencia de su propia limitación. Como puede verse, el escenario 2019 ya ha sido soñado, imaginado, concebido por la mente de Asimov y por el imaginario cyberpunk. Solo restará saber, al final, cuánto de verdad o de ficción sobrevive a los embates propios de la contingencia. Si acaso aún las viejas narrativas permanecen en el terreno de la especulación o definitivamente, como rezaba el Indio Solari, “el futuro llegó hace rato”.

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