jueves, 19 de enero de 2017

La lectora de Osho y la de Foucault

La situación es la siguiente: una chica en la Feria del libro de Viña levanta un libro de Osho "Aprender a amar". Mientras tanto, uno mismo a un costado, intentando buscar más ediciones de novelas de Anagrama. La chica no lucía del todo imbuida en la hojeada del libro. Se intuía su interés creciente por la temática más que por la obra misma. Sin otra evidencia que el hecho, se podría especular que el amar en sí mismo convoca la atención literaria femenina. Sumado a la temporada de verano y el libre y florido intercambio de ideas. En el momento que acudo a la zona de los libros de autoayuda, la chica parece dejar a un lado su Osho. Se anima ahora hacia un clásico: "El libro de los secretos". Hay quizá en la literatura de estos gurúes un magnetismo subestimado, pensé entre mí, mientras la chica en cuestión se disponía a guardar la cámara digital que llevaba en un morral con motivos artesanales. Más allá, se le ve saludar a unas amigas que compartían con ella.

En otro stand cercano al de la chica de Osho, otra joven se ve concentrada en la lectura de un libro gordo. A simple vista, se le veía sola. Me acerco a revisar las ediciones. El libro era nada menos que "El gobierno de sí y de los otros" de Foucault. A diferencia de la chica de Osho, esta otra sí se veía imbuida en la lectura. Tanto así que pareció que toda la feria del libro a su alrededor se abstraía, no importándole interrumpir el paso de los feriantes ni el propio interés del resto de los lectores. La joven, con un sexto sentido, por supuesto que sí advirtió mi presencia. Aún así, no le importó. Siguió en su gobierno de sí y de los otros, completamente segura de su acto solitario, de su pura identidad centrípeta. Cuando hubo terminada su lectura, vio que estaba agarrando La hermenéutica del sujeto. Una vez que termino de hojear el libro, lo agarra ella. Casi en un acto reflejo, lo aprieta como agradeciendo que esté en sus manos. Entonces se da la vuelta y desata de nuevo su lectura profunda.

El aprender a amar de la chica del principio, y El gobierno de sí y de los otros de la última. Casi se podría establecer una extraña continuidad entre ambas lectoras. Entre el amar y el gobernar. Sin embargo, se aprecia una diferencia radical entre el motivo amoroso y la lectura rápida de la primera, y el motivo filosófico y la lectura centrípeta, completamente alucinante, de la segunda. Cada una por sí sola es un universo literario andante, pero con la segunda fue posible sentir una soledad magnética, que parece estar evadiendo a los otros, pero que en realidad los está gobernando, haciéndolos parte de su imaginario lector. La que estaba haciendo la verdadera hermenéutica en el fondo era ella. Uno mismo acabó siendo solo un sujeto más -quizá ficticio- dentro su inusitada lectura. Un voyerista inventado. Un otro indeseable, persistente, aunque necesario para su ejercicio

No hay comentarios.: