jueves, 19 de enero de 2017

Se puede vislumbrar en el actual Werner Herzog un esfuerzo por volverse un documentalista del espíritu humano. En los documentales que ha hecho ahora último ahonda en sus misterios, sus recovecos, su magma interior. Como buen Herzog no deja de preconizar un declive, un inminente desastre, pasando por el miedo a sucumbir frente a las fuerzas naturales, hasta llegar a la realidad de la incomunicación en nuestra paradójica era. Me pregunto qué será lo que sigue. El documental se ha vuelto su propia y personal sinfonía del caos.

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