sábado, 14 de junio de 2025

Así como va la cosa, no quiero sonar agorero, pero todo va encaminado hacia una Tercera Guerra Mundial. Los distintos conflictos entre países y entre pueblos explotan cual olla a presión, sin una salida razonable. Creo que la expresión de la guerra externa - más allá de sus motivaciones y avatares geopolíticos- es un espejo oscuro de nuestra propia guerra interior. Hay quienes muestran conciencia, de cara a la galería, pero en otros planos no han sido plenamente concientes. Cargan con sombras no resueltas y no integradas. Ante el caos, cada quien trata de anclarse a sus certezas como pueda, aunque sus certezas sean difusas. La escalada bélica entre países "hermanos" por motivos de tierra y de religión, incomprensible desde la pura razón, es, sin embargo, entendible como expresión de una crisis mayor, una crisis civilizatoria, una crisis de época que resuena en todos nosotros, en nuestra división política, en nuestra sensación de incertidumbre, en nuestra fractura social. Cada conflicto con el otro y con el mundo, se resiente en uno mismo y en cada uno. Es el espíritu del siglo, zozobrando, vacilante. Que la guerra no tenga la última palabra y que nos sirva de espejo para purgar nuestras propias miserias. Meditaciones antes de dormir bajo el fuego.