lunes, 25 de noviembre de 2024

Pasé a comprar un par de libros a la librería Martino de calle Victoria. Un par de clásicos, Unamuno y Hesse. No iba a la librería desde mis tiempos de escolar, cuando estudiaba en el colegio que queda un poquito más allá: el San Pedro Nolasco. La librería lleva años y es un emblema de las librerías del plan de Valparaíso. Dicen que pertenecía a un descendente de italiano, comerciante del Almendral, don José Devoto Martino, quién adquirió la librería Vilches para luego cambiarle el nombre por su apellido materno. Desde los años noventa permanece en la misma galería. En cierta forma, volver a comprar allí esos libros fue como transitar un tiempo anclado en la memoria, uno en el que un cabro de Básica salía de comprar materiales para marzo, acompañado de su mamá. En esa época, ya se dejaban ver algunos ejemplares literarios en vitrina. Recuerdo uno de Luis Sepúlveda, "Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar" recién publicado y en venta, mismo libro que luego me hicieron leer para el ramo de Castellano. Hoy, en calidad de profe de lengua y literatura, me llevo "Demian" y "Nada menos que todo un hombre", ya no tanto para plan lector, como para colección personal. La colección de ediciones escolares crece, a medida que pasan los años, los cursos, y a medida que crece la nostalgia.

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