Escrito hace diez años
En una lectura del Bhagavad Gita percibo el verdadero sentido perdido, originario de "religión": "re-ligar" con el todo, lo que implica el control y eliminación del yo material, para sumirlo en la nada que sería la totalidad del universo, aquello innombrable que lo abarca todo. El relato cristiano de las almas que necesitan ser redimidas o castigadas no menciona esa nada.
En el texto védico, la nada es la develación del velo de Maya, una suerte de iluminación mediante la acción del deber. Busca una solución al yo, ese animal indomable capaz de condenarnos a la hoguera o de elevarnos al estrellato (y eso es lo que repite la parafernalia social).
En palabras profanas, el Bhagavad Gita dice: "Si haces lo debido te espera la "re-ligión". En la medida que se obra, se pierde el yo, domina la nada, se consagra al todo. Para nosotros, los modernos, el cielo y el infierno serían solo dimensiones del deseo.
El yo continúa presente en esa apuesta milenaria. Algo elemental, pero, a la vez, inabarcable: "Tuyo y mío, grande y pequeño/borra esas ideas de tu mente./Entonces todo te pertenecerá y/serás dueño de todo./Este cuerpo no te pertenece,/tampoco eres de ese cuerpo./El cuerpo está hecho de fuego, agua, aire, tierra y/éter, y retornará en estos elementos./Pero el alma es permanente – así que/¿Quien eres tú?"
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