sábado, 17 de agosto de 2024

Una jaqueca terrible me vino de nuevo, como si un invasor se hubiera tomado mi cabeza. Raro, puesto que otras veces me dolía en la semana, cosa entendible por el estrés. Ahora me comenzó a doler de la nada, aunque, pensándolo bien, puede que el dolor tenga su origen en lo que se conoce como "caldos de cabeza", producto de una preocupación constante y un devaneo sobre pensamientos que no dejan de rumiar. Esos pensamientos giran en torno a nuevas ideas de escritura (poemas, artículos, columnas, crónicas, cuentos, reseñas) o relecturas sobre textos que ya había escrito y que continúan remojándose en el tintero. Hace mucho tiempo que me viene doliendo la cabeza muy seguido y lo achaco principalmente a mis obsesiones literarias. Tal vez se trate de "dolores de parto mental", como hubiera dicho Nietzsche o solo una alarma por saturación orgánica de la máquina pensadora. En esos casos, cabe un migranol o su dipirona y a dormir la siesta con la luz apagada y el silencio como arrullo personal. Qué paz se respira después, una paz vivificante.

No hay comentarios.: