jueves, 20 de junio de 2024

Digresiones dialécticas en torno al barroco y al posmodernismo (conversaciones con Pablo Rumel Espinoza)

Yo: Tú no puedes comparar el afán deliberado de oscuridad de la escritura posmoderna con el barroco, que tú ves, por ejemplo, en Derridá, en Deleuze. En el fondo, es pura forma. De hecho, el propio Derridá decía que para él la escritura por sí misma es lo fundamental, entendiéndola como algo que incluso rompe con las categorías clásicas, el tema del logos, el tema de la razón, finalmente, el tema de Dios. Para él prima la escritura en cuanto opacidad del sentido. Ahora esto es totalmente contrario al barroco, porque el barroco se entiende como algo recargado, excesivo en sus formas, pero tienes que entenderlo en su contexto. De hecho, el barroco surgió como una propuesta artística de la Contrarreforma, o sea, tiene un trasfondo espiritual, religioso y cultural, en la época del siglo XVII, en un período de crisis de la Iglesia, así que el barroco tiene un sentido, que viene a expresar esta crisis, esta convulsión del ser humano y su espíritu. Tú lo ves, por ejemplo, en el Siglo de Oro español con Góngora. Es una manifestación refinada de la poesía, repleta de giros, metáforas, imágenes poéticas y símbolos. Aun ahí hay una estética, tiene su sentido, su razón de ser. Más adelante, tú tienes el caso de Lezama Lima, con este barroco cubano, hispanoamericano. También tiene todo un trasfondo, una estética detrás, una propuesta. Por eso, comparar el barroco con el esnobismo de un posmodernista no tiene nada que ver. Ellos escriben oscuro a propósito, con un propósito ideológico. He ahí la diferencia crucial. Lo que hay que dejar en claro. Lamentablemente, ciertas humanidades se han volcado hacia esa escritura posmoderna pedante, sin rigor, sin sustancia. No así, el barroco. Por eso, yo reivindico el barroco. Es más propio de nosotros el barroco que la escritura posmoderna.

Rumel: Exacto. El primer movimiento tiene un trasfondo que es trascendental. En cambio, el otro es inmanentista, inmediatista, busca la performance, el happening, el situacionismo. El barroco busca llevar la experiencia al desengaño. El posmodernismo es totalmente lo contrario: busca engañarte, celebra el artificio por sobre lo natural. A diferencia del barroco, que se vale del artificio como un medio para mostrarte lo real.

Yo: En una referencia a Lezama Lima, tal cual señala en su poema Noche insular:

“Dance la luz reconciliando

al hombre con sus dioses desdeñosos.

Ambos sonrientes, diciendo

los vencimientos de la muerte universal

y la calidad tranquila de la luz.”

José Lezama Lima, Noche insular. Jardines invisibles

Que dance la luz y reconcilie al hombre con sus dioses desdeñosos. Ambos sonrientes. Versos que serían impensables para el imaginario de un posmoderno, descreído de Dios, descreído de la luz, descreído de sí mismo y de su propia palabra.

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