Un intento de poetizar la rabia y la odiosidad, tópico abordado hasta por los grandes, pero no tan explorado. Aquí un breve ejercicio:
Cuando todo cae, cuando lo que creías intocable figura oxidado, manchado por acción de la insania
la avasalladora tempestad de la turba, la sombra junguiana detrás de las caretas hipócritasel reverso de la pálida belleza, redundante, demacrada por su propio origen traicionado
anatema de la raíz, vileza del tronco, ramas sin arraigo, viento que corona el despojo
ascienden del infierno los santos enterrados, las plegarias negadas al espejo de lo real
trizado cual espacio yermo de la soledad en crudo.
Las emociones ebullen del frío contacto, las presencias y ausencias fornican sin vergüenza
Ante nosotros, bebiendo del tiempo, ebrias, empujan la conspiración tras bambalinas
Tejen y destejen la hebra de los acontecimientos, repletan de veneno e intriga los intersticios
Procuran el ruido entre los espacios vacíos, entre las fosas de las palabras desarticuladas,
Por efecto de la carne y de la sangre invernal, por efecto de la baba que no sobrevivió
Y el fluido calenturiento que presidió las imprecaciones e imputaciones más abyectas.
La traición sirvió de contrapunto al lirismo de la imaginación, los decires que sobrevivieron
Al escandaloso misterio de un romance visceral, fueron carne y nata de voyeristas y conventilleros
Masturbándose ante la idea del mal en las letras, el peligro detrás de la creación de la palabra,
El flujo sanguíneo corriendo presuroso a la luz y penumbra de cada metáfora y figura retórica
En un cauce de fuego le daban caña a la moneda calumniosa,
En una patética apuesta subastaban el honor, el precio y la cabeza de los involucrados
Sus propios cómplices, sus propios contertulios, moribundas estrellas de la noche.
Insectos, criaturas rastreras, doblemente insectos,
Solo son humanos sus miembros, inverosímil la jeta con la que balbucean
Un relato, una narrativa, apenas un remedo de un discurso relamido,
Una trama grotesca, perversa en su meollo,
Funcional a los mercenarios literarios, a los saltimbanquis verborreicos
Amantes de la chimuchina y feligreses del chivo expiatorio
Que excavan en los corazones, sin medida ni escrúpulo
Y extraen, para regocijo moral, el oro negro del odio,
Cínicos, mascotas del titiritero, zalameros del caos.
Cuando todo cae, y lo que denotaba solemnidad se revela cual careta ruidosa, profana en su manierismo
Y los gruñidos de los energúmenos se confunden con las palabras inocuas de los biempensantes
Entonces los sueños y los deseos de trasnoche se vuelven una leyenda infame
Una locura material, negación de la negación, mera idolatría de las heridas y fetiche de la angustia.
Lo negro les arrulla el nervio sensible, se dejan encandilar por el demonio de la consciencia
Que les susurra el rumor de la belleza transmutada y disuelta para alimentar la hybris
De unos cuantos idiotas que abrigan la causa de la disolución y sacralizan el nihilismo del paria.
Asaltan las cabezas de las ilustres estatuas para regocijo de su cloaca histórica,
Su pandemonio de rencores, enconos y odiosidades, ante la sombra del teatro del pánico,
Espectáculo esperpéntico, destellante de magia negra, chapoteando en bilis y úlceras
Amor y obra de iluminados, vanguardia travestida, a la usanza del nuevo orden
Espacio indeterminado, abismo sin fondo en el que habitan sin habitar
En el que fluctúan al ritmo de la deconstrucción y de la relatividad del ser
Maniobrada por poderes fácticos y fuerzas convulsas
Ilegibles para su léxico mediocre, en el ocaso de las miradas y las perspectivas.
Lástima que su imaginario se limite solo a las excrecencias de la calle y su abulia
Una pena que el horizonte de creación se achate al tamaño de una barricada
Que el pirómano se vuelva el nuevo Prometeo,
que el ácido sea mezclado en el elixir,
que el fuego no denote otra cosa que el incendio
y no purificación, y no regeneración
que en sus mentes una llanta y un neumático improvisen la sinapsis.
Sus atropelladas intentonas son carruseles de adrenalina, movimiento animal
llama inescrupulosa del ímpetu y del hábito, colisión y persecución.
Lo siniestro no se detiene, la Hidra chapotea en el sino,
las cabezas de los malditos alimentan el egregor
cierran los cuartos, afilan los cuchillos, despliegan las escuadras
golpean con cinceles la bruta piedra del hombre, temen al golem
porque el golem es la metáfora de su monstruosidad,
menos ser que el ser, pura potencia, promesa altiva
lujuria de una arquitectura fúnebre, demonios en inviernos.
La real cólera los pillará solapados, cual topos sin madriguera, masticando el polvo
La real cólera los asechará, a medio camino entre ameba y humano
Hará que se odien a sí mismos, en la evaporación completa de su máscara
Odiarán el teatro que han montado, y no pararán de odiar hasta que la cólera sea el absoluto
Y el absoluto los engulla en fauces de constelaciones.
Contarán una a una las palabras afiladas en la batalla de los egos
A cambio de voces falsarias, repetidas en el inconsciente, tendidas cual ropa sucia
Babean en el piso mientras la bruma envuelve su agitación, su pequeñez legendaria
La palabra futuro ahora suena a mitología, la inocencia algo que se paga caro, en cuotas poéticas
Y en labios de poeta indignada, revolcándose en la basura de las omisiones y las decepciones
Constantes proyecciones de su propio ser miserable y carente.
La mercancía de la sombra se ha vuelto la regla, la ley interna, el martillo y el compás
La manía del progreso ha redundado en la prostitución del espíritu
El verdadero sentir del animal humano se esfumó junto con lo sólido
Como hueso enterrado en la arqueología del olvido,
La historia patas arriba, alumbrada por un Sol mercenario
De instinto egoísta, la mitad del hombre la mitad de lo que solía
Y de lo que quería, sin tapujos, sin concesiones, acaso sin otra frontera que su pescuezo.
El magnífico miedo sigue moviendo montañas, espectro abarcador
Dinamita las realidades y conspira debajo de las camas de sus infancias
Lo enfrentan sin armas, doblega sus fuerzas, revela la llave del ultimátum
Se niegan a acabar, pero los acaba en el acto, sin la palabra, con la violencia, con la mentira
La sensual mentira de aquella, el dulce y frondoso miembro de la maquinación.
Tras una historia con dolorosa trama, herida supurante, sin clímax
El amargo desencanto alcanza proporciones bíblicas y parte aguas,
Y parte el ascenso, y parte el descenso, porque ya no resta purgatorio
Y el puerto es todo lo que queda, el puerto herido de muerte, saboteado por un cadáver hediondo
Que sobrevuela sus rincones, esquinas e imaginarios, de manera impune
Que despliega a sus emisarios y procura manchar la tiniebla refinada
De sus adoquines, de sus edificios, de sus aceras
Sobre ellas restan los versos y los cantos extintos
Convertidos en sangre contra el pavimento, a merced del golpe
A merced del golpe furioso de la historia, la histeria vuelta creación activa,
Poiesis fatal, oro negro del odio,
versos perros, elegías y rabias.
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