jueves, 25 de abril de 2024

Para la semana del libro, le hice escribir cuentos y crónicas a algunos alumnos. Hay algunas joyitas. Les comparto este cuento de un cabro, editado por su profesor, que me pareció super bueno y divertido. Una verdadera distopía de los tiempos modernos, abiertamente "anti woke" jeje:

Mundo subjetivo

Lentamente abrí los ojos. Mis articulaciones dolían, mi cuerpo se sentía pesado, mi cabeza retumbaba, no tenía ningún recuerdo de lo que sucedió ayer. Las paredes de la pieza estaban agrietadas. Mi cama crujía con cualquier movimiento. Mi sed era inmejorable, mi estómago rugía. Me levanté y caminé hacia el baño. Con tan solo pisar el suelo se rompían las tablas. La casa entera estaba a maltraer, como si la hubiera azotado un temblor. Abrí la llave del lavamanos para mojarme un poco la cara. Mi rostro en el espejo se quebraba con tan solo mirar en él.

Volví a la pieza para vestirme y salí a echar un vistazo a la calle. Quedé choqueado con lo que vi: absolutamente todo a mi alrededor estaba en ruinas. Una ciudad apenas reconocible bajo un verdadero escenario de guerra. Ante tal escenario, decidí adentrarme en las calles destruidas. A medida que avanzaba, empecé a ver a algunas personas. Pensé en ir a preguntarles qué había pasado y algunos de ellos comenzaron a actuar de maneras extrañas. Había un grupo que se reunía alrededor de un tipo con una roca amarrada a una correa. Ellos le lanzaban un palo al tipo y, de manera entusiasta, le pedían que fuera por él, corriendo como un perro.

Impactado, no entendía nada. Corrí por una calle aledaña, entre algunos escombros, y descubrí a un señor caminando junto con una niña. Me acerqué a ellos para preguntarles qué era lo que había pasado en la ciudad. De un momento a otro, el señor y la niña se dieron vuelta. Los vi directamente. Sin apenas dirigirle la palabra, el viejo agarró a la niña y la empezó a besar efusivamente. Me provocó mucho asco, así que, indignado, corrí contra el viejo para reducirlo. Este cayó al suelo, así que le pregunté a la niña si estaba bien. Ella me miró muy asustada. Su miedo pronto se convirtió en enojo: -Hombre malo ¿Por qué le pegas a mi novio?-, dijo ella, con voz fuerte y nerviosa. No podía creerlo ¿Cómo era posible que la niña defendiera al viejo? En eso, una señora se me acercó. Pensé que ella me ayudaría a detener al viejo abusivo. Sin embargo, me abofeteó: -¿Qué haces, animal? ¿Por qué atacas al pobre niño? ¡Enfermo!-. Intenté entender si había escuchado mal ¿Un niño? ¿Ese tipo que podía ser mi padre, o que podía ser el abuelo de aquella niña? No entendía nada. Todos estaban actuando muy raro, y yo cada vez más confundido.

En eso, llegó una multitud de personas al lugar, con la evidente intención de rodearme e increparme: -Hey tú, retrógrado, animal, desgraciado, te irás en cana-. El gentío venía amenazante, dispuesto a hacer justicia por sus manos. Una detención ciudadana en medio del desastre. Así que corrí lo más rápido que pude, hasta que llegó la policía. Creí que esta vez ellos vendrían a salvar la situación, pero uno de ellos me redujo y me puso las esposas: -Está detenido por lesiones leves y por el atentado a la autopercepción de un ciudadano. Cualquier cosa que diga puede ser usada en su contra. Tiene derecho a guardar silencio y a solicitar un abogado-. Los policías me condujeron con prisa hacia la patrulla, ante la vista colérica de todos los que allí estaban. En el orificio de la reja del vehículo, alcancé a vislumbrar un edificio a lo lejos, un edificio en demolición, lugar al cual me llevarían los agentes del orden, en esa ciudad sin ley.

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