martes, 19 de diciembre de 2023

Me reencontré con un compadre que vivía en el mismo departamento que arrendaba hace más de cuatro años. Nos reconocimos al instante. El compadre dijo haberse ido de aquel departamento un tiempo después de mí. De lo que más se acordaba era de mi libro Rinconada, el cual se lo vendí a un módico precio (como a muchos otros). "Quedé pegado con lo de los edificios barco", me dijo. "Y también con las voladas en Valpo, los locales, las lecturas, la calle", remató. Sonreí y estreché su mano, agradecido de que haya recordado esos detalles tan precisos. Me quedó dando vuelta, eso sí, la misteriosa referencia a un edificio barco, que no recuerdo haber plasmado en ninguna crónica. O eso es lo que cree mi memoria. He ahí lo genial del asunto: que los propios lectores se permiten reconstruir su lectura del libro, para luego imaginar uno incluso completamente distinto. Lo he confirmado con Rinconada. El libro ya se volvió prácticamente una rareza de mil cabezas. Un libro para el olvido o para las más bizarras referencias. Algunas manos ingratas pasaron por sus páginas, aunque también otras manos del todo amistosas. Cada quien se hizo su propia versión de Rinconada, maldita, laberíntica o íntima. A fin de cuentas, eso me deja satisfecho: reconocer que el libro prolongó su respiración más allá de un tiempo asfixiante.

No hay comentarios.: