Mi polola me dijo que de chica le gustó leer el Mio Cid en el colegio, por esa “cosa caballeresca“. Recuerda, sobre todo, cuando el Cid presentía la suerte a través del vuelo de las aves. Si era diestro, era favorable. Si era siniestro, en cambio, era desfavorable. Había algo en el vuelo de las aves que la devolvía a su infancia, y cada vez que le viene lo nostálgico, recita aquel verso de Bécquer: “Volverán las oscuras golondrinas".
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