lunes, 3 de octubre de 2022

-Profe, póngase la mascarilla, no lo reconozco sin ella-, me dijo un cabro, literalmente, en la mañana. El verdadero rostro permanecía oculto. Ahora, por fuerza mayor, la mascarilla pasó a ser el rostro. Llegó un punto en que no pudimos reconocernos sin él. Quitárselo equivalía a desaparecer.

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