jueves, 7 de julio de 2022

Pablo Ortúzar, “Por un octubre sin octubrismo”. (fragmento)

"¿De dónde viene la falta de humildad? En el caso del primer gobierno de Sebastián Piñera, ella se alimentaba del mito tecnocrático-meritocrático. Jóvenes esbeltos con olor a Harvard (“los mejores”) que moverían los límites de lo administrable. Pero el mito de la Nueva Izquierda que empuja a Boric no es tecnocrático, sino moral. La tesis política detrás de sus acciones, desarrollada por intelectuales de la llamada “generación perdida”, es que la Concertación fue nada más que una continuación retocada de la dictadura militar. “Neoliberalismo con rostro humano”, nacido de la cobardía de sus dirigentes, que no buscaron una “impugnación radical” del “modelo”.

Y ya que de impugnar se trata, mejor agarrar vuelo e impugnarlo todo: la historia de Chile completa. Denunciar la patria como una atrocidad plena. Total, si nuestros treinta años más prósperos y pacíficos fueron un calvario inmoral, no queda mono con cabeza. El “neoliberalismo” es un concepto tan chicloso que caben en su seno la conquista, la colonia y la república. El cuadrito de O’Higgins se queda, por ahora.

El problema viene al llegar al poder, pues el proyecto “radicalmente antineoliberal” es puramente polémico: no posee un contenido positivo. Por eso ni el gobierno ni la Convención tienen realmente un programa político. Ambos se constituyeron como plataforma de protesta, pero incapaces de producir cualquier cosa que esté a la altura de sus propios estándares. En simple, son un pegoteo de activismos rabiosos. Solo los une una “lucha” contra una abstracción. Lucha coordinada, mientras no están en el Estado, por un nihilismo de los medios: todas las micros “antineoliberales” sirven. Incluyendo el violentismo octubrista y el etnoterrorismo. Disuelven y destruyen, así, la unidad política que pretenden conducir al paraíso.

Están condenados, entonces, a habitar el poder con declaraciones altisonantes y antagonismos permanentes, pero con resultados permanentemente mediocres y destructivos. El gobierno teniendo que buscar votos entre sus adversarios para intervenir la Macrozona Sur (porque los votos propios son demasiado puros y no están para eso) y la Convención escribiendo una Constitución que es un loteo brujo entre grupos de presión. No hay orden, no hay sistema. Y es que no hay, realmente, visión de Estado."

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