domingo, 26 de junio de 2022

Boric se ha convertido, sin pretenderlo, en el presidente Schrodinger, síntoma de posturas radicalizadas y maniqueísmo galopante. Para Carola Canelo, por ejemplo, quien se declara de izquierda apartidista, Boric no sería de izquierda, porque aboga por la autoregulación de las empresas y no por la legislación estatal para la protección de los trabajadores. En ese sentido, para ella, Boric sería un cómplice del status quo neoliberal; a todas luces, un socialdemócrata, para no decir un derechista. En cambio, para Vanessa Kaiser, quien es de derecha, Boric no sería para nada un defensor de la libertad ni menos un capitalista; antes que nada, sería un izquierdista radical, por no decir un comunista, al representar, cual Mesías o Pastor al momento de ser elegido, el populismo demagogo propio de los grandes líderes del pasado, respaldado por las masas adoctrinadas. Entonces ¿qué es Boric? ¿Un socialdemócrata neoliberal continuista del concertacionismo? ¿O un izquierdista radical muy cercano al comunismo más totalitario? La cuestión es simple: Boric es un crisol que contiene ambos espectros de la política, un cristal que reflecta la cosmovisión de sus opositores. En cuanto a su sustancia, aún queda la duda, misma duda que quizá se tomó demasiado en serio, aquella vez que dijo, citando a Albert Camus: "En política, la duda debe seguir a la convicción como una sombra".

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