martes, 9 de junio de 2020

Esperando en el paradero el coleto para ir a casa, se me acercó una joven a ofrecer unos parches curita: 

-¿A cuánto?- le pregunté 

-Lo que usted pueda-, respondió la joven. 

Le pasé unos trescientos pesos. 

Ella había explicado, previo ofrecimiento, que estaba durmiendo debajo del puente Marga Marga con otras personas para resguardarse del frío, ya que vivía en situación de calle. 

-¿Y cómo lo hace? Se supone que con la pandemia hay que mantener la distancia- volví a preguntarle, impactado por la crudeza de su realidad. 

-No queda otra, pueh. Entre todos nos apañamos, con mascarilla no má. 

-¿Y nadie los ayuda? 

-El hogar de Cristo nos da cosas, abrigo, alimentos. 

-¿Y no podrían alojarlos allá? 

-No se puede pueh. Con esto del virus no se permite. 

Al rato la joven se fue en dirección al puente, tratando de ganar otras monedas más en el trayecto… 

Pase lo que pase, la vida sigue siendo dura.

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