martes, 17 de abril de 2018

Pasando por Condell me encontré a una alumna del dos por uno en una heladería. Al principio no me reconoció, ya que me había ofrecido una crema de merengue como a los tantos clientes que pasan por ahí. Luego me acerqué a ella, me saqué los lentes de sol, y nos saludamos de manera efusiva. Le pregunté que cómo estaba, y desde cuándo estaba trabajando ahí. Ella me contestó que hace poco más de un mes. Extrañaba a las tías del instituto. Decía que había pasado por ahí el año pasado, en más de una ocasión, y ya no había encontrado a nadie de los antiguos. Luego, me preguntó si seguía allí en el dos por uno. Le dije que no, que me había ido, obviando con sutileza los detalles. A ella no parecía importarle. Incluso agregó que había sido para mejor retirarse de ese instituto, puesto que no era muy bueno. Me sorprendía su honestidad a la vez que su transparencia. Cosas que corrían solo como rumores, y tratos que funcionaban solo como protocolo, dentro de los muros de la institución, ahora afuera, en la calle, en el anodino espacio de la heladería, cobraban una vida y un ánimo desenfadado, libre de sujeción. La chica reiteraba lo contenta que estaba de haberme visto. Le replicaba, por mi parte, lo alegre que me había puesto la sorpresa de su encuentro. Me siguió preguntando sobre la pega. Le dije que comencé a trabajar en un colegio, cosa que ella asintió en un instante. "Mejor, profe. El colegio es distinto. El dos por uno era un puro trámite". Pese a la realidad, sugería que el colegio era mejor destino que aquel instituto, proceso que ella tuvo que pasar quizá dadas las circunstancias y muy en contra de sus deseos. Y lo decía ahora en señal de empatía con su antiguo profesor, fuera de las reglas que hubiesen impedido delinear esa espontánea deferencia. Era hora de despedirse. Ella lo hacía con una sincera muestra de afecto, no sin antes ofrecerme la última crema de merengue que le quedaba. Un abrazo grande sellaba el reencuentro, un abrazo sincero, extra curricular. Sencillamente humano, azaroso.

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