lunes, 29 de febrero de 2016

¿Quién ganó el Oscar?

¿Quién ganó el Oscar por la Historia de un oso? ¿Chile o los puros artistas? El dilema del momento. Eso se podría aplicar perfectamente también para el fútbol. A mi parecer, la copa en estricto rigor no la gana Chile, la ganan los futbolistas. Cuando la gente participa del triunfo de unos compatriotas apela a una cuestión sentimental, a un sentimiento de unidad colectiva. Resulta bonito saber que ellos no solo se representan a si mismos, sino que también representan algo más grande, llámese país, estado, humanidad, etc. Que la obra que ellos realizan está pensada no solo por egoístas razones, sino que además resulta una especie de ofrenda hacia el mundo. La obra le pertenece al mundo (aclaro, no solo a Chile). Los autores no pueden alegar propiedad allí sin pasar por arrogantes. Pero en la práctica el esfuerzo y la consecución del logro le corresponden al ganador o los ganadores. Aunque, por sùpuesto, nadie está del todo solo. Nadie, en efecto, crea o logra algo desde la nada. Cuando uno defiende una tesis, por ejemplo, (guardando las debidas proporciones) se la dedica, como es usual, a todos aquellos que sin su presencia o su ayuda no hubiera sido posible el desarrollo de esa obra. Es parte de un protocolo valórico. Ahora bien, hay un abismo de diferencia entre ganar un Oscar y sacar un título. Pero si uno va al meollo del asunto, quienes escribieron su obra, quienes se sacaron la cresta, aquellos que sudaron la gota gorda, aquellos que lo dieron todo por algo que los excede se llevan los méritos correspondientes. Apelar a que el premio por ese logro se lo ganó Chile o cualquier otra entidad abstracta es más bien parte de un rollo diplomático.

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