Una facultad oculta del escritor consiste en transmutar el horror de lo imprevisible para volverlo alquimia de vida. Como dijo Jack Kerouac, "se enamora de su existencia", a tal punto que la abraza con todas sus vicisitudes. La transforma en materia oscura de sueños y pesadillas, fábrica de representaciones y mistificaciones, caja negra de resonancias. Un matrimonio apócrifo y venéreo ese, el de la comunión del escritor con la realidad, su realidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario