sábado, 1 de junio de 2024

“¡Nada va a cambiar!” decía un caballero en plena calle Morris, entre medio de la gente que bajaba hacia el plan, debido al corte de tránsito por la cuenta pública. “No, el sistema sí puede cambiar, pero es la gente la que no cambia. Esos huevones de ahí nunca harán nada. Dense cuenta ¡Dense cuenta!”, volvía a decir el caballero, a viva voz, mientras daba vueltas, sin dirección aparente. Ninguno de los allí presentes le hacía caso, demasiados ocupados en tratar de buscar un desvío a las calles cortadas.

Lo cierto es que, durante la ceremonia del presidente y los honorables, muchos porteños se debatieron contra las esquinas enrejadas para llegar a sus destinos. De pronto, las inmediaciones del Congreso se volvieron un auténtico laberinto, “el laberinto del sistema”. Los más desorientados eran los viejos que por allí pasaban, algunos rabiando por no poder circular libremente; otros, por no ser escuchados en sus imprecaciones, a vista y paciencia del resto de transeúntes, anónimos en su itinerancia.

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