sábado, 24 de febrero de 2024

Mini crónica sobre "El Modelo" de Valparaíso. Para quienes extrañan mi clásico estilo de escritura de crónicas. No he dejado de escribirlas, solo me he tomado un receso para reordenar mis ideas:

Anteayer volví a ver al legendario "Modelo" de Valparaíso. "Duro" como siempre, aunque más lento que de costumbre. Nos pidió plata a mí y a mi polola. Decían que el año pasado lo pillaron con espasmos en la Subida Ecuador y tuvo que ser internado de urgencia. Todo indica que se recuperó y volvió a las pistas, aunque nadie sabe si llegó a retomar su proyecto de publicidad de la mano de un tal Bruno Bulgarini, su presunto manager.
El Modelo pasó dos veces por donde mismo estábamos nosotros. Apenas gesticuló una palabra. Con la mano extendida nos pidió un billete. Sin más, le pasé una luca que tenía a mano. Luego miró a la mesa y vio la cajetilla de cigarros de mi polola. De inmediato, ella sacó un cigarrillo y se lo dio. El Modelo, agradecido, se tiró el pelo para atrás, y se metió el pucho a la boca, con su estilo inconfundible. Fue a pedirle plata a un par de personas más y luego se fue rumbo a Bellavista.
"Y pensar que era modelo de verdad", dijo la polola. "¿De verdad?", le pregunté. Nunca pensé que lo hubiese sido ¿Un modelo caído en desgracia producto de la droga o un joven adicto que improvisó una bizarra carrera de modelaje al amparo de la calle y merced a su fama porteña? Solo quienes lo conocen de cerca sabrán de su vida detrás de las pasarelas nocturnas, repletas de luces apolilladas y de cámaras invasivas, hambrientas de morbo.

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