sábado, 1 de octubre de 2022

Lucy Oporto Valencia. He aquí el lugar en que debes armarte de fortaleza (2021). Fragmento.

El placer de la destrucción. Carta abierta en respuesta a Franco Berardi.

“Me referiré al final de mi ensayo “Farewell” significa “despedida”, entre otras de sus acepciones. Existen varias obras con ese nombre. Yo pensaba en la Fantasía N° 3 para laúd, así llamada, del inglés John Downland (1563-1626): una composición melancólica y fúnebre, de una extrema delicadeza, fineza y silencio, que contrasta ferozmente con la horrible materialidad de los hechos y sus vociferaciones estentóreas de linchamiento.

Así se titula también la última sección del ensayo que usted leyó: Farewell, ya que en un determinado sentido se trataba de una despedida.

Pues bien, no espero nada de esta “revuelta social”. No espero nada del Estado chileno para mí. No puedo entregarme a la barbarie, ni a las seducciones de lo indiferenciado, ni a las extorsiones manipuladoras y victimizadoras calculadas por el lumpenfascismo y su mezquindad organizada, incapaces de reconocer el amplio espectro de esta violencia en su maligno despliegue.

Las hordas y las turbas me repugnan absolutamente. No las defenderé bajo ninguna circunstancia. Ni ahora, ni nunca.

No me postro ni me postraré ante la juventud, ni ante la ceguera de los adultos obsecuentes con su impulsividad barbárica. Me dan lo mismo los exámenes de pureza ideológica que pretenden ver en una parte importante de ellos a héroes inmunes a la crítica, con fuero para destruir todo a su paso porque nunca alcanzarán el poder, o porque “todo les han destruido”, en términos del sacerdote Puga, y a quienes, no obstante, habría que agradecer su “labor”.

Sigan ustedes disfrutando del privilegio de la impunidad de los amos como hasta ahora, realizando su abyecto deseo de tener, poseer, destruir. Sigan disfrutando de su violencia suicida y a mansalva, mientras la anomia continúa su avance. Pues las otras víctimas de este horror carecen de relevancia, presencia y realidad, no solo para usted, sino también para las correccionales burocráticas, políticamente correctas y bienpensantes en materia de derechos humanos, tanto en Chile como en el extranjero.

Pero un día las hordas prepotentes en su hedonismo se disolverán. Las falsas solidaridades y encuentros quedarán al descubierto. La primavera de los “sin miedo” se marchitará, y estos quedarán solos ante el vacío de su alma. Cuando ese momento llegue, ni todas las consignas ensordecedoras y repetidas hasta la náusea los salvarán del terror ante su propio abismo. Solo resistirán los pocos que tengan una auténtica capacidad de transformación interna y estén dispuestos a resistir sus intrínsecos rigores. Jamás una horda, ni una turba.

Ese día llegará. Ahora, o cuando alcancen su maduración, o queden enquistados en la postración de su adolescencia eterna reproduciéndose en más de lo mismo, para así satisfacer su autocomplacencia, rememorando su épica miserable y su estética de sitio eriazo.

Yo haré lo único que soy capaz de hacer, responsable e individualmente: dedicar mis esfuerzos a pensar la realidad a partir de sus imágenes simbólicas."




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