domingo, 27 de marzo de 2022

Lucy Oporto, "Lumpenconsumismo, saqueadores y escorias varias: tener, poseer, destruir". (fragmentos)

Cuando en su lucha contra los monjes los demonios se ven
impotentes, retirándose un poco, observan qué virtud es
descuidada durante ese tiempo e irrumpiendo súbitamente
por ese flanco, saquean a la desdichada alma.

Evagrio Póntico, Tratado práctico, 44 (s. IV)


"Con ocasión de la crisis social y barbarie en curso en Chile —también llamada 'estallido social' 'movimiento social' 'insurrección' 'sublevación' 'despertar'— ha venido dándose un extraño fenómeno: una incapacidad transversal, entre representantes de visiones alternativas y progresistas en amplio sentido, de aceptar el peso de la realidad de gravísimos hechos específicos ocurridos desde su inicio. Esto es, la destrucción sistemática de infraestructura pública y privada, empezando por el sabotaje y destrucción del metro de Santiago y, después, destrozos, saqueos e incendios de supermercados, farmacias, microbuses, peajes, tiendas, hoteles, bancos, municipalidades, iglesias, edificios patrimoniales y monumentos históricos, a lo largo del país y a mansalva.(...)".

“'Chile despertó' y 'Chile cambió' se han convertido en eslóganes populacheros y oportunistas. Pero Chile no ha despertado, ni ha cambiado. Lo acontecido el 18 de octubre de 2019, con la destrucción concertada y coordinada de varias estaciones del metro de Santiago, fue el punto de arranque de una crisis social largamente preparada desde las sombras: una incubación de contenidos y procesos inconscientes que, finalmente, han brotado a la luz en toda su obscenidad e impudicia latentes durante décadas, si no durante siglos".

“Lo material no importa; total, se recupera” es otro eslogan populachero y oportunista, (...) que pretende expresar un aparente desapego de lo material. Pero se trata de otra impostura, que busca encubrir el entreguismo de la sociedad chilena al hedonismo de la sociedad de consumo, impulsado por la Concertación de Partidos por la Democracia, uno de cuyos orgullos declarados ha sido, precisamente, la llamada democratización del consumo”. 

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