lunes, 22 de noviembre de 2021

“The Parisi moment”: El factor PDG en las elecciones presidenciales.

Nadie le toma el suficiente peso, pero una de las sorpresas electorales fue el tercer lugar de Franco Parisi, pese a realizar su campaña política desde el extranjero de manera telemática. Entre acusaciones de acoso, no pago de pensión de alimentos y fraude inmobiliario, Parisi tuvo que lidiar con el asedio de la prensa y el desprestigio de parte de los partidos tradicionales tanto de izquierda como de derecha. Un factor decisivo de su ascenso en las encuestas tuvo que ver precisamente con su ataque a los operadores políticos y su propuesta de un partido ciudadano que operara por fuera de la camadilla de burócratas del Congreso y sus amigos corporativistas. Es posible que una parte del descontento sociopolítico germinado desde el estallido en adelante haya sido “capitalizado” por el candidato “en línea” para sumar adherentes desencantados y huérfanos, que simplemente no quisieron sumarse a las filas de la izquierda radical ni tampoco a la reacción de la derecha conservadora, superando, al menos de manera tentativa, el sistema binario de control político pensado desde la Revolución Francesa.

La victoria pírrica del Partido de la Gente en las urnas no se puede desconocer, más allá del bullado versus entre “extremos” ideológicos. Esta victoria por sobre una representante de la DC como Provoste o por sobre un ex DC encubierto como Sichel, sienta un precedente en el terreno de la renovación de la arena política chilena, a tal punto que, para la segunda vuelta, será decisivo el voto Parisi a la hora de elegir el próximo candidato. Lo que no se tiene claro, eso sí, es la dirección unívoca de ese votante, porque el proyecto de Parisi carecía del carácter doctrinario de los otros dos candidatos en disputa, aunque su proyecto consistía básicamente en levantar una plataforma de disenso político, a partir de una visión, si se quiere, liberal de centro. Esto quiere decir que Parisi, con su nuevo partido creado hace solo un par de años, 2019, tiene el potencial para desarrollar o inspirar a una masa crítica inconformista que no se someta  a las prebendas de lado y lado, y que sea capaz de plantarse y dar vida a un verdadero centro, o como se hacen llamar, “Tercera Fuerza” que recuerda un poco a la idea de la Tercera Posición o Tercera Vía.

En otro punto, la candidatura enteramente digital de Parisi resulta algo sui generis. Para unos, estafa, por el hecho de no llegar al país; para otros, simple negociado sin mayor sustancia que sus líos judiciales. En cambio, para los adherentes del Partido de la gente, ha significado una propuesta innovadora, por el simple hecho de convertirse en el único candidato telemático con tan alta votación. Qué curioso, sin embargo, que su partido se haga llamar Partido de la gente y tenga a su candidato fuera del país, sin el calor humano de su fanaticada, aunque sí con su voto y su bolsillo, íntegro y material en las cuentas del candidato.

Pese a esto, creo que la idea de una Democracia digital impulsada por la plataforma del PDG podría tomarse como punto de partida para lograr una conexión diferente con la política, a través de la cual la propia ciudadanía pueda votar los proyectos de ley que se vayan discutiendo en el Parlamento. Pero esta medida debería, más que legitimar el corrupto poder legislativo, apuntar a descentralizar el poder y abrir una alternativa de participación efectiva, ya que, en tiempos de nueva normalidad, lo virtual está tomando la forma de la vida misma, abarcando, dentro de sí, la propia política y su orgánica, una verdadera política pensada para nuestra época de conexión y desconexión, de distancia y enclaustramiento.

¿Podrá ser que el verdadero proyecto, la verdadera agenda oculta de Parisi, no haya sido llegar a La Moneda, sino que la instalación de un verdadero Metaverso de Chile? Resulta irrisorio pensarlo, y no deja de ser polémico el hecho de que Parisi apuntara a ganar las presidenciales prácticamente con un avatar suyo (a lo “The Waldo Moment” de Black Mirror) y casi al mismo tiempo en que Mark Zuckerberg lanzara su nuevo proyecto Meta de realidad virtual. Demasiadas coincidencias que podrían derivar perfectamente en otro episodio de nuestra distópica política de ciencia ficción, con Parisi como su anti héroe cyberpunk, rebelado contra los operadores políticos, pero también, contra los “operadores de la realidad análoga”.


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