martes, 29 de junio de 2021

"El virus estaba en el lugar correcto en el momento correcto y todo se alineó para causar este desastre", dijo la viróloga australiana Danielle Anderson, quien trabajó en el laboratorio de Wuhan pocas semanas antes de los primeros casos. “No soy ingenua como para decir que descarto absolutamente esto”, aclaró, asumiendo que, en caso de presentarse evidencias a favor, no se cerraría a la impopular hipótesis sobre la fuga del bicho. Tiempo atrás, el periodista británico Nicholas Wade, también respaldó estas afirmaciones y apuntó a que “no solo es una hipótesis muy plausible, sino que es la más probable”. A través de una extensa investigación y un artículo publicado en Bulletin of Atomic Scientists, sostuvo que “no hay evidencia de los registros de vigilancia hospitalaria de que la epidemia estuviera cobrando fuerza en la población a medida que evolucionaba el virus. No hay explicación de por qué debería estallar una epidemia natural en Wuhan y en ningún otro lugar”. Con verdades a medias y conocimiento velado “infoxican” a medio mundo. Ya se sabe cómo opera la lógica del control. Conviene mantenerse escéptico ante la nebulosa informativa, no descartar nada –recomendación de la viróloga Anderson- y no suscribir del todo las teorías que andan circulando, en la medida que se recaban las pruebas y se oxigena el espíritu crítico. Por lo pronto, hay que saber que, como decía Huxley, “la ciencia y la técnica, al servicio de los intereses del poder, conducirán a formas sociales de dominación absoluta”.

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