viernes, 21 de diciembre de 2018

"Hasta el momento el espectáculo sigue", sentenció hace poco el empresario encargado del show pirotécnico en Valpo, Jorge Cayumán. Sostuvo que, pese a las amenazas de los portuarios, ya estaban trabajando en el montaje de la utilería, haciendo valer un contrato preparado hace más de 200 días. En caso de suspensión, Cayumán afirmó que debe existir alguna clase de acuerdo contractual. Además, señaló que el gasto por eventual indemnización debía correr a nombre de la mismísima municipalidad. Cayumán llama a realizar de todas maneras el show de todos los fines de año, porque así lo estipula la tradición. Luego, termina lamentando la situación de los trabajadores eventuales y deseando que el conflicto portuario se solucione pronto. No lo quiere confesar, pero su mayor preocupación siguen siendo los fuegos artificiales que tanto simbolizan el erario porteño, su marca de exportación generando dividendos jugosos al alero del desconcierto colectivo. Después de todo, se trata del comercio, el ente que mueve el interés de las masas, el rito que solo exhibe la pirotecnia de su propio desentendimiento. Vamos -dice Cayumán- luchen por lo suyo bajo barricadas y lacrimógenas, yo los estaré apoyando desde el otro lado; mientras tanto, nosotros, hombres de negocios, brindaremos con champaña, un abrazo protocolar y una vista exclusiva en el puerto, porque así lo indica el contrato; seguiremos convocando visitantes de todas partes del globo, estupefactos, mirando hacia la noche llena de colores destellantes, porque así lo indica el contrato. El espectáculo debe seguir a como dé lugar, esa es la premisa, y ninguna demanda ni lucha podrá aplacarlo, por más imperiosa que parezca. Valparaíso, sociedad anónima del espectáculo. Valparaíso, espectáculo boca arriba que continúa pese a todo, celebrando la idea de su propia postal incendiaria frente al acabóse.

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