viernes, 24 de agosto de 2018

Un payaso confundido entre las arboledas de la plaza, le echaba migas a las palomas. Hace un momento, una bandada había rodeado a un loco que masticaba un pan con chancho. Pero este, fastidiado, chucheta, la espantó, de modo que las aves se volvían en masa hacia un costado, hasta que el payaso de la calle las atrajo. Se le veía serio mientras sacaba las migas de su gran bolsillo cual truco de magia. A medida que las palomas terminaban su banquete, se iban sobrevolando el paisaje urbano, hacia el cableado del trole encima de la vereda. El payaso, al verse nuevamente solo, sin sus nuevas amigas, se arrimó a un pequeño puesto con un carro de supermercado y siguió arreglando unas chucherías. Se alcanzó a fumar un pucho. Seguramente, fraguando su propio circo imaginario.

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