martes, 6 de marzo de 2018

Necrofilia

De todos los recovecos del mundo

De toda la algarabía de los laberintos

Tenía que encontrarte en el rincón más oscuro

Recién salida del cubículo mortuorio

Con la vista perdida en la luz 

Una luz más pálida que la de una estrella agonizante

No dices nada pero tampoco lo callas

Solo aguardas el deseo que no puedes percibir

Bajo tu cuerpo perfecto, inerte, helado

El silencio te vuelve herméticamente sensual

Y cada gesto de estatua que imagino que modulas

Vuelve el acto una ceremonia de hielo fúnebre

Un rito de fluido y estancamiento

Cada movimiento va trazando el desvío por el que las sensaciones impulsan el instinto de muerte

Y tú la conoces mejor que nadie

Ese privilegio exquisito de estar del otro lado pero a la vez estar aquí, sintiéndote

Dentro, pero fuera de ti misma

Configurando en la carne tu propio obituario

Inaugurando un amor póstumo

Más allá del tiempo y sus cadáveres

Que puede vencer incluso la descomposición de la materia y la putrefacción de los sentidos

El signo de lo profano va coronando lo sublime

Los gusanos ya no pueden seguir esperando

Cómplices de este encuentro furtivo y taciturno

Lo único más encantador que la muerte

Es ahora el lazo que amarra esta sangre, este dolor con tu alma sin envase

Únicamente viva bajo este sueño enfermo
este placer subterráneo

Sin ley ante la ironía de la eternidad.



François Bertrand ("The Vampire", woodcut from "Mémoires de Monsieur Claude")

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