jueves, 8 de marzo de 2018

Acabé la primera temporada de Merlí, la serie sobre ese John Keating catalán de la filosofía. Igual el contexto en que enseña, una escuela pública, resulta terrible ideal, un grupo curso soñado. Se ve a lo largo de los capítulos -donde en cada uno se aplican más o menos las ideas de un filósofo- que los cabros van respondiendo con mucha naturalidad, con alguno que otro problema personal, pero sin mayores contratiempos, merced a una metodología contracorriente que los lleva a reñirse de manera constante con los directivos e incluso con su propio círculo íntimo, con tal de desafiar los límites e ir más allá del corsé curricular. Sería interesante ver, en cambio, a un Merlí enseñando con los mismos cuestionamientos, con la misma dinámica, en un contexto de escuela pública chilena. En el mejor de los casos, algo parecido a la serie El reemplazante mezclada con La sociedad de los poetas muertos debería salir de ahí, si es que antes la primera no refleje mejor la realidad chilensis que la segunda.

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