lunes, 5 de febrero de 2018

Una película de madrugada en la que el protagonista se cuestiona sobre la voz en off femenina que relata su historia. Le señala, de antemano, que se va a morir. Al consultar con un especialista, lo toman por loco, pero aclara que esa voz no es indicio de esquizofrenia. La voz no le habla. No le interpela. Se limita a cumplir una función de narrador indirecto de la cual él es objeto. Lo consulta luego con un teórico (Dustin Hoffman). Este le pregunta una serie de cosas respecto a aquella impersonal voz femenina. Concluye que solo puede simbolizar la ruta de un destino que acabe en tragedia o en comedia, como en Pascal, señalando que o sucede algo inevitable (la muerte) o todo continúa tal cual a pesar de su condición efímera. Esa voz que cuenta a veces nuestra historia, ese pedazo de rollo que nos pasamos pa callao, sin que nadie nos pesque, a solas y a espaldas del resto, puede llegar a ser nuestro propio cine secreto, nuestro apócrifo material confesonario o, en su defecto, psiquiátrico.

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