domingo, 26 de noviembre de 2017

Íbamos de compras al Líder el otro día con una amiga. Ella dio con un puestito al costado de las cajas. Grande fue nuestra sorpresa cuando allí en ese puestito había bolsas ecológicas con motivos de Van Gogh, Gustav Klimt, Kandinsky, incluso hasta una de Dadá. La amiga sugería comprar algunas dada la excentricidad. Por supuesto que mi elección fue la bolsa de Dadá, ya que el hecho de que se vendiese una bolsa así en un supermercado ya resultaba lo suficientemente paradójico Y, más encima, a precio de huevo. Recordé el ready made dadaísta. Ahora el ready made sería a la inversa. Desde el mundo del arte del cual Dadá era anatema, hacia la cultura masiva del mercado. Lo mismo que el arte pop de Warhol. ¿Por qué no había una bolsa con la sopa Campbell? Tal vez porque ya estaba fuera de serie o simplemente porque ya había sido rematada. La bolsa de Dadá podría servir perfectamente, de ahora en adelante, para comprar la mercadería del mes, o para desechar la basura de la casa. Dadá había muerto, pero el mercado, omnipresente, increíblemente había tomado su cadáver sarcástico y lo había revivido. Tal vez nunca estuvo muerto. Simplemente se transformó. Mutando en la forma del sistema. En aquella bolsa ecológica reza con letras rojas la consigna: breaking the rules.

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