martes, 28 de noviembre de 2017

Hija de la líder del Bus de la libertad cambiará su sexo y nombre. Parece otra broma matutina de La Legal, pero no lo es. Marcela Aranda, la líder, alega que el MOVILH ha hecho un uso mediático de la situación, con tal, según ella, de reinstalar el debate y sacar dividendos. Justicia divina, dirán, con suma ironía, los más progres. Otra prueba del Señor, debe creer en el fondo la propia Aranda, volviendo sobre el amor de Dios. ¿Cómo explicar ese humor negro de la historia, sin recurrir aún a la figura ideológica o religiosa? Nietzsche había dicho que no existen hechos en sí mismo, solo interpretaciones de los hechos. Nadie puede ver ni verá el acontecimiento puro, porque simplemente este no existe. La sociedad contempla estupefacta un cambio positivo de parte de la hija, una liberación, y ojalá una lección moral de parte de la madre. Ella, por su lado, enfrenta de manera íntima lo que sería otra prueba del mal dejada ahí por Dios para probar su convicción. Lo inexplicable, lo invisible sigue todavía caminos misteriosos, pero también sarcásticos.

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