miércoles, 31 de mayo de 2017

Decía una alumna: -Sea nuestro profe jefe, por favor. Adoptenos-. Lo decía con tal soltura y humor que creía representar tiernamente la opinión de todo el resto del curso. Le devolví una sonrisa sin respuesta, quizá intuyendo la levedad de su imploración. Ella seguía pues, con ese gesto de simpatía, mientras conversaba. De pronto, como aquella alumna, un simple deseo al aire, libre, sin expectativa, por ingenuo, incluso por irónico que parezca, hace querer de nuevo precipitar algo, la emoción desde de la rutina o, simplemente, eso llamado cambio.

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