martes, 12 de abril de 2016

Increíble cómo con algunos amigos uno se ríe de todas las miserias de la vida. Llega a una especie de catársis, de psicología inversa. "Puta que andamos botados, puta que no nos pescan, puta que nos pagan poco, etc". Todo adquiere el matiz de la risa, pese a ser patético, o precisamente por eso. En la amistad las miserias adquieren una dimensión noble. Se le quita esa carga depresiva, tan poco espontánea. O será solamente porque la miseria ama la compañía, como dice el dicho popular. A propósito, Enrique Vila-Matas, en su novela Exploradores del abismo, señalaba que: "No es cierto que la esperanza sea, como alguien dijo, la resistencia del ser ante las previsiones de su mente. No. Es el humor la verdadera resistencia de fondo (...) El humor es el inquilino eterno del vacío".

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