martes, 9 de febrero de 2016

Taxi Driver: 40 años.



40 años de Taxi Driver. Hace unos años escribí una breve reflexión sobre el célebre personaje de Robert De Niro en el filme de Martin Scorsese. Aquí la vuelvo a publicar, a propósito del aniversario de la película:

Travis el taxista no entra, a mi modo de ver, en la categoría de psicópata. Travis es más bien la encarnación de la soledad, la soledad radical del hombre en la urbe enajenado por la guerra y el síntoma de una ciudad trepidante. Prefiero pensar en Travis más como una figura que encarna un estado de ánimo. Todos como criaturas abortadas por la modernidad seríamos Travis en potencia. Por lo tanto, no me extraña realmente si alguno de nosotros en un arranque de desesperación salga a matar proxenetas o agentes corruptos del poder como profetas iracundos sin mensaje ni patria aferrados a una ética sin lugar en el asfalto. La genialidad de esta película y la actuación insuperable de De Niro radican en funcionar como una verdadera radiografía del hombre moderno alienado, del héroe en el anonimato, del profeta apátrida en medio de la vorágine de la corrupción política y la degradación moral de la civilización estadounidense. Después de ver esta película, algo cambia cada vez que me veo al espejo: me invita al arrojo de ese héroe de nadie que lo apuesta todo por un disparo hacia la nada.

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