Volvió C. Faúndez al puerto. Recuerdo, a vuelo de pájaro embalsamado, algunas cosas, por ejemplo, su libro "Variaciones sobre la vida de Norman Bates" y su presentación en la sala Rubén Darío de la Universidad de Valparaíso, en el contexto de la Semana Fantástica. Tiempo después, Faúndez me regaló un ejemplar con la dedicatoria que sigue: el "poeta fantasma". Se me vienen a la mente unos pasajes de la obra, en particular, el de la bomba en la feria del libro y el del poeta inmolado. También me acuerdo de una conversación a la salida del taller de poesía en la Santa María. Faúndez llamaba a la poesía, "la madre de todas las ciencias". Se rió cuando algunos lo compararon con el personaje de Anton Chigurh, interpretado por Javier Bardem en la película "Sin lugar para los débiles" o "No es país para viejos", basada en la novela homónima de Corman McCarthy. Su parecido era escandaloso. En una volada poética, me lo imagino volviendo a Valpo, con una pistola de aire comprimido, cobrando algunas cuentas pendientes. Intrigas y rumores aparte, había cuestiones suyas, imágenes ineludibles, que, de cierta manera, también contribuyeron a su personaje y a su escritura. De él aprendí el perfilado de "Vidas paralelas", un ejercicio que consistía en reescribir las vidas de ciertos sujetos anónimos en clave literaria. Ahí salieron algunos trabajos que espero poder retomar algún día, como la creación de la breve biografía del "Tuco", aparte de una serie de textos con descripciones poéticas sobre diferentes objetos sacados de la Revista de Mecánica popular. Sobre su poesía, tengo pendiente su clásico 34, pero alcancé a leer unos versos suyos que publicó mucho después en una antología, cuando ya había "desaparecido". Destaco las siguientes líneas, muy representativas de su derrotero: "Has venido, lo sé por los restos de migas que has dejado en la mesa, lo sé por la puerta mal cerrada de la cocina, lo sé por los papeles desperdigados, lo sé por los libros caídos, derrotados, al fin y al cabo, también sé que antes aquí hubo una fiesta, para las palabras de todos los días, con las cuales te encerraste sin querer ver a nadie, ni siquiera a ti, pero fue otro el que apareció con la luna, y quién es este, preguntaste, encendiendo un cigarro, el último, y después, preguntas, dónde estás?".
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