domingo, 30 de junio de 2024

Deambulo por ciertos lugares y, de repente veo, a lo lejos, a uno que otro conocido poeta. Algunos me ven y prefieren seguir de largo. Hago lo mismo. Como la ciudad es chica, se podría decir que les aparecí y, a su vez, ellos también se me aparecieron, de manera azarosa, en una sincronía inoportuna. Se me viene a la cabeza la figura del fantasma, aquel que vuelve al lugar encantado y sigue penando por ahí, en busca de algo perdido o de algo inconcluso, y que, por eso mismo, se vuelve objeto de pánico. Pensé también en Lihn y su idea del inxilio, un estado de destierro voluntario al interior de sí mismo, esa idea de estar pero no estar ahí, esa paradoja insalvable, en convivencia física pero distancia espiritual.

viernes, 28 de junio de 2024

A treinta años de Black Hole Sun (1994) de Soundgarden: Un Sol negro místico para el espíritu del rock

Cuando murió Chris Cornell, en el instituto donde trabajaba estaba sonando Black Hole Sun. La secretaria había puesto la radio sin darse por enterada. No podía creerlo, ni tampoco podía concebirlo. La caída de Cornell fue la caída de un ídolo de la adolescencia. Si se me permite la metáfora, se abrió un agujero negro en el Sol de la música, la música que marcó nuestro estilo y nuestro imaginario.

Dicho agujero nos llevó irremediablemente hacia su vórtice, hacia un jardín de sonido, absorbiendo nuestro pasado, aquellas tardes después de la escuela en que todo se resumía en escuchar el disco Superunknown de 1994 con el clásico equipo de música y tratar de bajar los primeros discos en Ares o Soulseek, de tal forma que nuestras noches, solos en casa, sonasen más fuertes que el propio sentimiento incipiente del amor. Reitero: con aquella caída se abrió un agujero negro en el Sol de la música.

A más de siete años de la partida de Cornell, y a más de tres décadas de Black Hole Sun, es preciso ahondar en una canción tan hermética como arrolladora, tan emocionante como espeluznante. El origen de la canción fue algo así como una movida del ingenio. Cornell manejaba camino a casa luego de una sesión de estudio en Seattle. Durante el trayecto, escuchó a un presentador de noticias decir las siguientes palabras: “Hole, black, sun”, en medio de un mensaje aleatorio.

La verdad es que apenas entendió lo que quiso decir, pero dichas palabras quedaron marcadas a fuego en su mente, y juntas le parecieron una genial idea para un título de canción. Fue esa la intuición gracias a la cual nació el agujero negro en el Sol. A partir de esas tres ideas fuerza, Cornell articuló en su mente creativa el sentido necesario para la lírica.

Lo que más le resonó a Cornell en el momento de su poética revelación, fue el contraste, el claroscuro que evocaba el concepto. Dicho por él mismo, a él le interesaba la combinación entre un “agujero negro infinitamente más grande que un sol, un vacío, un círculo gigante de nada” y un sol “dador de vida”.

Había algo en esa yuxtaposición azarosa, en ese complemento de opuestos, en esa paradoja perfecta, en ese aparente oxímoron, que lo retrotraía a un binomio y una dualidad fundamental. Cornell encontró en esa oposición y conciliación de fuerzas, brillantes y oscuras, un sentido de “mal humor” y, al mismo tiempo, de esperanza.

El agujero negro del Sol ya estaba creado, ya era una realidad poética y una entidad musical viviente, a punto de instalarse en el firmamento de la escena rockera de los noventa. Solo faltaba llevar la oscuridad de ese Sol, su radiante oscuridad, un poco más allá. Se debía desplegar la poesía evocada por ese agujero negro y por ese Sol, por esas sombras y sus rayos cegadores.

Fue así que Cornell pensó en una visión apocalíptica: un “sol de agujero negro” que fuera evocado e invocado y apareciera para “lavar la lluvia” y llevárselo todo consigo, en una proyección milenarista que bien puede recordar a los profetas de las Santas Escrituras o a los agoreros más profanos de mundo del espectáculo.

La poesía de Black Hole Sun, fiel al concepto claroscuro que evoca, debía fluir en una marea de grises, para completar su significación. En ese contrapunto, entonces, hay pasajes que se mueven entre la desesperanza (“bajo lo negro, el cielo parece muerto”) y la fe unida a la voluntad de vida (“rezo para mantener mi juventud”).

Otra potente figura de la canción es la serpiente. “Yace la serpiente/y el Sol en mi desgracia”, rezan las primeras líneas. No sabemos cómo Cornell legó a ella, pero lo que sí sabemos es que la serpiente es un símbolo antiquísimo, no solo bíblico. Para Jung, simbolizaba el inconsciente creativo. Representa el fuego de la pasión y la vida. En la tradición hindú, la serpiente era el equilibrio de fuerzas opuestas, el ciclo de la vida y de la muerte, la destrucción y la renovación, representada en el ouróboro, la serpiente que se muerde la cola.

Unas cuantas líneas después del primer coro y previo al solo, la canción señala que “los tiempos se fueron para las personas honestas/ y algunas veces duran demasiado para las serpientes”. He aquí un sentido que nos lleva a identificar a la serpiente con lo malo, con lo caótico, de acuerdo al folclore popular. Serpiente como sinónimo de “pillería”, en contraposición a la honestidad escasa, denunciada así por el hablante lírico.

El propio Chris Cornell se refirió a esto en una entrevista dada a la Revista Rolling Stone en 1994: “Es realmente difícil para una persona crear su propia vida y su propia libertad. Se volverá cada vez más difícil, y habrá más personas desilusionadas que se volverán deshonestas, enojadas y estarán dispuestas a joder al siguiente sujeto para obtener lo que quieren”.

El cantautor hizo suya la voz de la generación X, al igual que sus contemporáneos rockeros de Seattle. El zeitgeist de esa época era el desencanto. Había pululando un espíritu rebelde de rabia, angustia e inconformismo, reflejado en la poética salvaje y desenfadada de sus ídolos, demasiado imbuidos en su incógnita ardiente como para sumarse a las luces pomposas del estrellato.

El “agujero negro del Sol” salió a la luz justo un mes después de la muerte de Kurt Cobain. Fue un año terrible para la música y, en particular, para el grunge o, debería decir, la “escena de Seattle”. Los críticos de la época coincidieron en que el disco Superunknown y, sobre todo, Black Hole Sun, habían devuelto “un destello de luz” perdido, una luz de esperanza, aunque recordemos que el sentido profundo de la canción habla de lo luminoso y también de lo sombrío, lo trágico de la existencia. 

La canción, añadió, en su momento, el guitarrista Kim Thayil “no era una canción segura, pero tampoco era un vidrio incrustado en el ojo de alguien, era esa cucharada de azúcar que te tomas después de una medicina que no sabe bien para poder digerirla. Luego, pasó a ser el ‘Dream On’ de nuestro setlist”.

En efecto, abrió por mérito propio un agujero negro en la alicaída escena grunge, para absorber toda su decadencia y sublimarla en la forma de una oscuridad imponente. El agujero los interpelaba a todos por igual, críticos y melómanos, y amenazaba con llevárselos, para despejar el escenario sónico de la época. Era el fin de una década, también el fin de un siglo, el fin de una historia. 

Si ahondamos aún más en una significación mística, podría decirse que el himno de los rockeros le cantaba también al Kali Yuga, la época que nos corresponde según la cosmología hindú, y cuyas características coinciden peligrosamente con nuestro tiempo, reflejado en numerosas convulsiones sociopolíticas a lo largo del mundo, el advenimiento de nuevas guerras y catástrofes, y finalmente, la crisis generalizada de los valores tradicionales de Occidente. 

Lo más impresionante de todo es que El agujero negro del Sol va más allá incluso de su propio contexto y de su propios parámetros estéticos y musicales. Fue un signo revelado al poeta, al creador, nuestro querido Chris Cornell. Desde el más profundo conocimiento esotérico, el Sol Negro abriga un sentido “saturniano”. Representa al Dios Saturno, dios del ciclo de la vida y del paso implacable del tiempo. En el Sol Negro está contenido el ocaso y el alba, el anochecer y el amanecer.

Bajo esta concepción, el terreno de lo negro envuelve la propia psiquis humana y la materia prima del universo: el inconsciente, el inframundo, la materia oscura. En ese caos, los místicos, los buscadores de lo sagrado y los alquimistas identificaban “la noche del alma”, y también “el reino del interior”, lleno de diamantes ocultos. Aquello es el caos que precede a la creación, el caos primordial que contiene la energía para dar forma a todo lo manifestado.

El místico cristiano Dionisio Aeropagita hablaba del sol negro como de aquella oscuridad que yace detrás de toda luz. Decía que "la Oscuridad Divina es la luz inaccesible en la que se dice que Dios mora”. Todos quienes entren en ella sin vacilar serían dignos de conocerlo. Señala que “la energía oscura está dentro de todas las cosas”, algo muy similar a lo que afirman ciertos científicos modernos respecto a la materia oscura, cuya conformación abarcaría prácticamente la totalidad del universo conocido.

Cierta perspectiva materialista viviría en la negación de esa Negrura primigenia que estuvo antes del mundo. Hay ahí, en ese simbolismo, un nexo perdido entre ciencia y espiritualidad. Para el alquimista, la materia prima es la materia negra, que contiene el misterio más profundo de todos, el de la pura potencia de la creación. Así como en la psicología junguiana es vital la integración de la sombra, también en la alquimia sagrada es vital la integración de lo negro y de lo oscuro en su dimensión oculta.

Es ese el secreto último. Solo con la oscuridad absoluta, con la materia en su completa opacidad, con el plomo de verdad, en la noche del alma, se puede crear una obra digna de trascendencia. El agujero negro está en nosotros. El Sol negro y su luz oscura está en nuestro interior, pura potencia creadora.

Mira en tu interior, rockero melómano, y sentirás cómo el agujero negro de tu sol interno te arrastra y te desafía a arrojarte a sus profundidades. Escucha una y otra vez aquel himno impetuoso de los noventa, en ese viejo y analógico equipo musical, o en esa lista digital de Spotify, y oirás el llamado, el mismo llamado que escuchó Cornell a bordo de su auto en aquella carretera.

Arrójate y explora ese abismo radiante. Sacrifícalo todo en un baño de vacío infinito, y arrástrate “Cuelga tu cabeza/ahoga tu miedo/hasta que todo desaparezca”.



"Los que siguen el pensamiento moderno que todo lo "desmitifica" deberían sopesar las palabras de PIER PAOLO PASOLINI: Desacralizar, desmitificar es odiar." Mario César Ingénito

Sueño con un mundo, mito (poema)

Sueño con un mundo sin divisiones,

sin ideologías que fraccionen el espíritu,

Balcanización de nuestros mejores años,

O aquellos años que creíamos eternos,

Aquella época, aquel tiempo mítico

Como el de los paseos de curso

Cuando íbamos a la escuela,

Y lo vital era no perderse a la salida ni copiarle al compañero en el examen

O como el de aquellas tertulias trasnochadas

En que lo único que importaba

era recitar el próximo poema sin tartamudear perder el tono y el ritmo.

Locus amoenus en la memoria

Ubi sunt en el corazón

En medio del adynata, vuelvo sobre aquellos versos recitados a la mala

Como vuelvo sobre el torpedo que hice

Para no reprobar el ramo

Y el ramo era el tiempo y su peso nocturno

Y el ramo era el vórtice de un secreto inacabado y furibundo.

Sueño con un mundo sin divisiones

Como el de aquellos escolares

Que nunca llegaron a intuir el fin

Y tenían impresa el alba en sus rostros,

La sonrisa del destino

La sonrisa de esos poetas

Que eran como compañeros de escuela que no se veían hace años

E improvisaban una junta, una legendaria junta

En medio de la nada, a cualquier hora

Después del anochecer, en medio del ocaso,

Y prendían una vela, para inmortalizar el recuerdo

Que nunca llegaron a deletrear

Callando ante los otros

como ante la sombra.

Sueño con un mundo sin divisiones,

Restauración de nuestros mejores años,

O aquellos años que creíamos eternos,

Aquella época, aquel tiempo mítico

Suponiendo que el mito

Tuvo alguna vez un lugar

Y que las palabras dichas

Resonaron infinitamente

Con ilusión y con vergüenza.

miércoles, 26 de junio de 2024

En una invitación a su taller literario, Arturo Ruiz afirmó: "la escritura es la nueva esgrima".

Por la razón o la fuerza, siempre. Tierra de poesía, jamás.

Hubo un tiempo en que el clásico lema de la nación chilena "Por la razón o la fuerza" quería ser cambiado por "Tierra de poesía". Afloraba un ánimo refundacional que tuvo su punto de eclosión durante la asonada de octubre del 2019 y que desembocó en el fracasado proceso constituyente. Quienes pretendían ese cambio eran progresistas de cartón, carentes de sentido histórico. No atendían el auténtico origen del lema y lo hacían basado en un buenismo hipócrita. El argumento que esgrimían era que el lema incitaba a la violencia. Eso implica desconocer el trasfondo de su surgimiento. 

El lema fue propuesto por José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez en pleno período independentista. Se incorporó luego al Escudo Nacional de la Patria Vieja. Su texto completo rezaba: "Tras las tinieblas, la luz; por la razón o la fuerza". En realidad, se trata de una adaptación de una frase en latín que decía: "Por el consejo o la espada". Si se le considera en perspectiva, atendiendo su contexto histórico, la frase reivindica el carácter aguerrido del pueblo chileno, en contra de sus invasores. Se trataría, por eso mismo, de una contundente proclama de soberanía. 

Los progresistas de cartón propusieron "Tierra de poesía" en lugar del clásico lema, sencillamente porque lo consideraban más amable. Y aquí viene lo peor. Sostenían que, en un mundo globalizado, es la Tierra la nación, restándole mérito al carácter soberano de la nación chilena, en pos de un buenismo universalista que esconde un claro interés globalista. Clara intentona deconstructora de la identidad nacional y de la historia de Chile que afortunadamente no prosperó. De haberse hecho real, se hubiera pasado de tener una imagen beligerante a ser el mayor hazmerreír de Latinoamérica. 

Otra cosa totalmente cuestionable: la poesía considerada como algo inocuo, vaciada de su símbolo abismante, mera proclama progresista, etiqueta al uso (y abuso) de poderes fácticos, aparataje mediático. El origen mismo de Chile es poético. Véase La Araucana, poema épico de Alonso de Ercilla. La tradición poética de Chile supone un orgullo, condición misma de su historia. Por lo mismo, es consustancial a su carácter de nación soberana. Así mismo lo concibieron los grandes, de acuerdo a su propia poética: Neruda, Huidobro, Mistral, De Rokha. El problema está en articular la poesía con un discurso deconstructivo de corte posmoderno, y plantear un peligroso intento político de balcanización bajo el amparo de una pretendida libertad artística, que no es otra cosa que un afán relativista sin fondo ni sentido. 

Ya casi puedo ver a los posmodernos poetas del futuro cantando en las Naciones Unidas su himno a la "Tierra de poesía", ciudadanía del mundo, poesía globalizante, globalizada, globalista, desarraigada, desraizada, aséptica, buenista, en sintonía con los Derechos Humanos y las directrices internacionalistas. Por la razón o la fuerza, siempre. Tierra de poesía, jamás. 

martes, 25 de junio de 2024

Chile, el país frío

Sergio Fritz Roa, amigo, escritor, "buscador de lo oculto" y editor de la Editorial Bajo los Hielos, ha publicado una noticia en que se comunica que la estación meteorológica Balmaceda, ubicada en Coyhaique, registró la temperatura "más baja a nivel mundial". El lunes, a eso de las seis y media de la mañana, los termómetros marcaron la mínima de 21.9 grados bajo cero, sin considerar las cifras de la Antártica, las cuales fueron mucho más frías.

Chile es un país frío. Y no solo se trata del fenómeno de La Niña que llega durante el invierno. Es que Chile tiene en su propio nombre inscrito el frío. Así lo señaló antaño, durante la época colonial, el cronista y militar español Alonso González de Nájera, en Desengaño y reparo de la guerra del Reino de Chile: "Chile quiere decir ‘frío’ en lengua de algunos naturales, nombre que le fue dado por ser excesivamente fríos los vientos que corren de sus nevadas sierras en tiempo de invierno, en las partes que caen al sur".

El país que se sitúa al fin del mundo, honra con su climatología su origen, su ser y su historia, una historia originada por el clima helado, como si la atravesara un hielo en punta de norte a sur. 
Me doy el tiempo de editar los poemas de un amigo poeta del puerto. Ya me confió su primer libro para prologarlo. Más tarde, me pidió que le prologara una antología de poesía, organizada por él mismo. Ahora, vuelve a la carga con un segundo libro. También quiere que se lo prologue. Reviso el estilo, la redacción y la ortografía de los textos, sin ahondar en su contenido, con alguna que otra sugerencia.

Hay algo en el trabajo de edición que lo vuelve íntimo. No me considero un profesional en la materia, aunque sí un aficionado. Y hay algo en esa calidad de aficionado que te involucra libremente con el trabajo del otro. Luego, ese trabajo se siente como propio, no en el sentido de apropiación, sino que de compromiso. Ahí no media el mero interés económico, ni las ganas de figurar, únicamente la confianza en la palabra empeñada y un gesto de apoyo genuino en el proyecto, porque se cree necesario, porque se siente necesario.
Reviso en una página llamada "Litteratura", las bases de un concurso de narrativa de Ciencia Ficción y Fantasía, convocado por una Asociación Venezolana. En ellas hay un elemento nuevo, que nunca había leído antes en una convocatoria de este tipo: "serán rechazados aquellos relatos creados de manera parcial o total con herramientas de Inteligencia Artificial (IA)". Para poder identificarlos, se plantea que un Comité usará herramientas a su disposición. Insólito cómo el avance de Chat GPT ha llegado al punto de tener que establecer diferencias entre la escritura, digamos, enteramente orgánica, humana, y la escritura intervenida con IA. Y se ha vuelto algo urgente, porque hay textos que presentan evidentes rasgos de "artificialidad gpteana"; y, en cambio, otros en que se hace cuesta arriba determinar la frontera entre el pulso humano y el artificial. ¿Cuáles serán las herramientas que usará este Comité y otros tantos, en las futuras convocatorias de literatura? También allí hay otro punto de inflexión. Me temo que, en un futuro, ante la evolución inusitada de la IA en materia literaria, exista un nicho no menor de escritores "gpteanos" que intentarán pasar colados, y otro nicho no menor de críticos literarios dedicados a identificar el grado de artificialidad de las futuras obras circulando en el medio. Si se me permite la asociación, algo así como "Blade runners" de la literatura, en busca de autores replicantes o híbridos.
Julián Assange llegó a un acuerdo con el gobierno estadounidense y recuperó su libertad. Se declaró culpable de transgredir una ley de espionaje, pero su condena se cumplió con el tiempo que pasó encerrado en Reino Unido. Assange vivió una verdadera saga judicial digna de Kafka, siendo perseguido, difamado y encarcelado por más de una década, luego de haber filtrado y publicado en Wikileaks muchísimos documentos, incluidos informes oficiales confidenciales de Defensa Nacional, relacionados con crímenes de guerra y corrupción. Sin duda, la liberación de Assange supone un paso adelante en materia de justicia, una jugada maestra, aunque hay que estar atentos. No hay que cantar victoria antes de tiempo. Todavía queda que llegue a Estados Unidos, que enfrente el aparataje mediático y algún posible subterfugio legal. Lo hará, está vez, con la frente en alto.

lunes, 24 de junio de 2024

La literatura, "el laboratorio filosófico". Breve conversación con el escritor Jorge Collao.

J.C: Los mitos son reales en tanto mito.

Yo: No entran en la lógica de lo verdadero y lo falso. Su fundamento no está en la comprobación empírica. Reside en su carácter fundante y dador de sentido. Extrapolemos eso mismo a las religiones.

J.C: Pero el riesgo ahí está en el mito institucionalizado. En institucionalizar el mito.

Yo: Creo que es parte del devenir humano. Desde el comienzo de la civilización que han existido los conflictos y las guerras. La paz perpetua es solo una utopía. Un asunto complejo y fascinante. Da para largo.

J.C: Pero para eso tenemos la literatura, nuestro "laboratorio filosófico", como diría Ted Chiang.
Si hay algo que me hizo desconfiar profundamente de las ideologías modernas es su excesivo materialismo y su distorsión o negación del aspecto mitológico y trascendente de la existencia. Llegué a esta epifanía luego de un proceso de reflexión muy personal. Encuentro que su matriz filosófica está limitada a lo inmanente, a lo terreno, a lo observable. En ellas, no encuadran los sueños, los planos sutiles, los dioses, los espíritus y prácticamente ninguna cosa que no sea tangible. Todo es superchería para el dogmático materialista. Aun la ciencia antigua, premoderna, no estaba reñida con el mito y se abría a la posibilidad de lo fantástico e inconmensurable.

domingo, 23 de junio de 2024

Pensamientos sobre La noche de San Juan.

Se dice que esta noche es pagana, que las hogueras fueron encendidas para honrar al Sol, pero luego las mismas hogueras honraron la figura de Juan Bautista, hijo de Zacarías, profeta de Jesucristo. De todas maneras, el fuego en tanto fuego volverá a arder, una vez más, ante el ocaso, quemante y purificador.

La noche de San Juan invita a reencantarse con el misterio, a vivir en sí el misterio, aquel aspecto mágico y oculto que integra nuestra rudimentaria existencia. Mircea Eliade lo retrató a la perfección, en su novela homónima. Se trata de ir más allá del Tiempo y de la Historia, como quiso Stefan, el enamorado protagonista, con fervor. Pero el tiempo y la historia son necesarios para el encuentro consigo mismo. El rito es fundamental en la búsqueda. El rito es la vida y también la muerte, bailarinas de lo eterno.

Hay que estar dispuesto a despojarse de ciertos prejuicios, dejar atrás los "metales pesados", ciertas miradas obtusas, perder el miedo a lo oculto y desconocido, si se insiste en el significado, en la trascendencia, en la reivindicación, porque "solo renace lo que ha muerto, solo despierta lo que está soñando, y solo sale del abismo aquel que ha caído en el abismo".

 Tras la lluvia que anegó los rincones, que limpió las aceras y que repletó los cauces, sale la gente a aprovechar el sol, atravesando el frío emergente. La feria se vuelve a instalar y la ropa vuelve a colgarse en las barandas. Surge un nuevo hacer y un nuevo decir. Lo mismo con la escritura. Tras la tormenta, hay una sensación de desbordamiento que decanta y adquiere luego la forma de una nueva mirada, una nueva intuición como luz que atraviesa las nubes.

sábado, 22 de junio de 2024

"A mí me gustan los físicos que follan, porque también es una forma de inteligencia. No hay nada peor que tener toda la energía puesta en la cabeza. No hay nada peor que vivir solamente según tu razón. ¿No? No podemos estar tan desconectados. La literatura, sobre todo. Esto lo demostró Bolaño, Borges. La gente cree que lo que escribe Borges era porque era un viejito tierno, ciego. No. Era un hombre enamorado, tanto que sus penas de amor lo llevaron a intentos de suicidio. Apasionado. La literatura es una cuestión apasionada, por lo mismo, implica mucho dolor, implica hacer el ridículo, como lo hacía Feynmann". Benjamín Labatut. Y concuerdo.
Hay una cosa muy cerebral en el ejercicio consciente del oficio, cosa con la que me llevo muy bien. Hay algo muy de mente en el estudio de otros autores, en la correcta comprensión de las poéticas y narrativas que andan circulando, en la labor tortuosa de la edición, la relectura y la reescritura. Sin embargo, la materia prima, la vida, sus vivencias, las circunstancias, las disyuntivas, se viven a concho, con la guata, con las tripas, con el sexo, con los órganos, con el corazón abierto a tajos. Son lo más genuino que se tiene, y lo más personal, y con lo único que verdaderamente se cuenta y con lo que se puede trabajar a fondo. Me permito una asociación con el fuego. Hay un magma incandescente que revuelve las pasiones, que son las emociones mismas. Te pueden desbordar y acabar contigo, quemarte, o bien, puedes sobrevivir a la erupción y forjar tu palabra con ese material candente.
Encerrado en casa con la excusa de la lluvia, y en completa tranquilidad y recogimiento, se vive como en un estado monástico, leyendo y tomando apuntes, pese al goteo incesante afuera en el pasillo. Ese goteo molesto es lo más parecido al goteo de la realidad. Puertas adentro, persevero en el estudio y la lectura. El invierno invita a la calmada introspección, sin agenda, sin currículum, sin otro regocijo que sí mismo.

Inventario crítico

"Hay más poesía en tus crónicas", me dijo una poeta ex amiga. "Hay mucha soledad en tus crónicas", recuerdo que me dijo otra que ya no recuerdo. Y ya no sé si aquellas reputadas damas, tras el caudaloso torrente de los acontecimientos y el devenir tormentoso de las contradicciones, me estaban elogiando o me estaban criticando, o una mezcla solapada de ambas cosas, cuestión que, merced al tiempo, suma una bella nota al inventario de la desilusión.

viernes, 21 de junio de 2024

Penumbra de provincia III: Tras la fuga de la luz

I

Se detuvo ante un mural desgastado por la humedad. Lo miró fijamente. Creyó reconocer en el mural el símbolo que solían repetir sus viejos camaradas de lucha. Se alcanzaba a distinguir una A con un fondo muy opaco. Era tal vez la señal de un tiempo perdido. Alguien intentaba decirle algo. Los muertos de intentonas fracasadas le hablaban a su mente, y le impelían retomar el viejo rumbo. Bastó el recuerdo del ruido pretérito, el descalabro de su vida pasada en el puerto, para callar esas voces inquisidoras y continuar con su camino a través de la acera menos concurrida de la Avenida.

II

Una narrativa se dejaba escribir en su interior, pese a todo. La rehuía con la premura que tenía al avanzar hacia donde tenía que ir. Ella le había dicho que la reunión era en un lugar llamado “Libertad”, un barucho antiquísimo, imbatible a la erosión del tiempo, que se encontraba próximo a una vieja Iglesia.

—¿Qué era lo que trataban de decirme? —se preguntó Ángel. Su voz se perdía con el susurro del viento que soplaba desde el mar. ¿Su mente le estaba jugando una mala pasada, era su soledad hablándole o realmente aquellas voces extrañas no dejaban de acosarle? Ángel siguió a paso firme, sin perder el rumbo. El tiempo apremiaba, porque ya se hacía notar la oscuridad.

III

Las sombras que se le aparecían en el trayecto le recordaban aquellos años, capas de historias revueltas, conspirando unas con otras, peñascazos a la memoria. No quería recordar, pero su memoria parecía conspirar contra él. Apuró el paso con tal de espantar la voz arrolladora de su consciencia.

Hubo desorden, conflicto, agitación en otra dimensión de aquella ciudad. Ángel recordó las noches paranoicas en las que las sombras se cernían sobre él. No sabía si se trataba de antiguos agentes policiacos echados a la calle o desconocidos mercenarios en patota y en actitud matonesca. Había pasado mucho tiempo. No podía hacer la distinción. La historia que le habían contado era tan ilegible como el ojo sangriento que se dibujaba en el cielo, caído el último domingo antes del último siniestro, previo al asalto al palacio de Gobierno.

IV

A medida que recorría el centro, descubrió rincones ocultos, locales que ya no lucían su histórico esplendor, espacios negados ante su presencia. Todo lo bañaba un ánimo enrarecido. Parecía algo cotidiano, pero logró adivinarlo en el rostro de algunos transeúntes que se le cruzaron.

El crimen organizado había operado como hilo invisible en esas latitudes. Había dejado su marca tras la Gran Asonada. Tejía la trama de una narrativa confabuladora, tras el asalto a las instituciones. Nunca intuyó Ángel que la narrativa atravesaría la historia y lo alcanzaría a él, heredero de un tiempo maldito cristalizado en su imaginario.

V

Miranda lo esperaba ansiosa, mientras se fumaba un cigarro y tomaba una copa de vino. No había mucha gente en el “Libertad”. Ángel se sentó rápidamente frente suyo:

—Miranda, ¿hasta cuándo seguirá esto? No se puede. Ya no hay nada aquí para nosotros. Ven conmigo-, le dijo Ángel, insistente en su propuesta. Sabía que algo a su alrededor lo conminaba a quedarse, un secreto terrible, un relato enterrado, el de la conspiración política, el de aquellos poetas fatales, pero sentía que eran fantasmas de un cuento que no le pertenecía.

Ella lo miró con ojos que reflejaban una mezcla de dolor y ansiedad. Comprendía las palabras de Ángel, pero el miedo a enfrentar la verdad la mantenía atrapada:

—Ángel, somos como dos barcos que se cruzan en la oscuridad del océano, destinados a separarse en algún momento. ¿Y si nos hundimos juntos en lo profundo? Hay cuestiones aquí que debemos resolver, y lo sabes-, contestó Miranda, decidida a seguir con aquella búsqueda, aquella respuesta a la incógnita que se había instalado en sus vidas, y que los interpelaba cual reflejo de un espejo quebrado en su trama.

—¿Acaso esas sombras son cómplices de algo que nos ocultan? —se preguntó Ángel, mientras seguía con el cuestionamiento. -¿Qué hicimos en el pasado para estar involucrados?-, volvió a preguntarse, cada vez más dubitativo.

La congoja de Miranda crecía. Aunque no podía evitar sentir un placer por la intriga. Estaba segura que Ángel le ocultaba algo, y ese algo tenía relación con las voces misteriosas que impregnaban la ciudad, y le revelaban, en clave, los secretos de su reciente anomia.

Cada callejón, cada edificio en ruinas, susurraba fragmentos de una verdad elusiva. Las sombras no solo yacían en la superficie; se infiltraban en los cimientos de la ciudad, ocultando conexiones inesperadas y tejidos de influencia que se extendían como tentáculos invisibles de un poder insospechado.

VI

Miranda siguió su camino y se perdió entre la neblina de la Avenida. Ángel, en su búsqueda de respuestas, recorrió cabizbajo el mismo camino que lo llevó fuera del bar Libertad. Parecía el sarcasmo de un tiempo en el que corrían los brebajes de la vida, las risotadas etílicas, los dionisiacos romances y las inspiradas digresiones de unos parroquianos convertidos en espectros de un espacio tiempo suspendido en la memoria torturada de Ángel.

De pronto, se encontró atrapado en las inmediaciones de una acera muy ancha, próxima a la esquina de un lugar conocido como La Intendencia. Su cabeza se agitaba producto de la sugestión y del trago que había bebido. Pidió en el carrito solitario de la esquina un café para componer su estado. Tan pronto miró hacia la calle contigua, una luz radiante envolvió el lugar, seguida de un sonido irreproducible. Nadie advirtió su origen. Duró unos cuantos segundos que parecían la alarma del comienzo de un toque de queda.

Recordó de pronto a Miranda. Volteó a ver el camino que había desandado, y vio reflejada en el asfalto la forma de una silueta humana. ¿De quién se trataba? En su interior, pudo visualizar, nuevamente, a aquella pareja de poetas misteriosos, persiguiéndose con saña, enfrentándose, a vista y paciencia de los ciudadanos errantes. Visualizó también la aparición de cañonazos y furiosos pasos de una turba sin rostro. En ese momento, Ángel comprendió que el símbolo del mural le pertenecía, que era parte de su historia más ingrata.

jueves, 20 de junio de 2024

Fundamental entender esto, y llevarlo al contexto chileno:

"¿Son tiempos difíciles para el debate?

El debate es imposible en la guerra cultural. Ha sido boicoteado por la identidad, y confundimos nuestra posición política sobre algo con lo más íntimo, con el yo. Llevo 12 años en Cataluña y he visto cómo la politización de todas las cosas rompía amistades, rompía familias. Y tengo la sensación de que eso está pasando ahora a nivel nacional e incluso internacional."

Crónica sobre el paseo del colegio y la primera experiencia con tiro al arco. No tiene desperdicio jeje. Lea y juzgue, carísimo lector:

Ayer en Montañas de Olmué, durante el paseo del colegio, había un lugar donde se jugaba al tiro al arco, en medio del bosque. Al principio, me negué a participar, más por falta de confianza que por otra cosa. Además que nunca había cargado un arma en mi vida, aunque fuera por deporte y esparcimiento. Sin embargo, tras deambular durante media hora en los alrededores del bosque, sin mucho que hacer, me armé de valor.

Fui donde estaban algunos colegas junto a un entrenador. Se sorprendieron de verme y me animaron a "achuntarle" al blanco de una. (Hablaban hasta de achuntarle a lo que fuera, en un amplio sentido). El entrenador me indicó que la forma correcta de cargar el arco era tensarlo hacia atrás con la flecha apuntando al suelo, para luego levantarlo lentamente, mantener el brazo y el hombro bien tenso hasta ajustar el arco en la posición que se quiere disparar. Así lo hice. Levanté el arco de tal manera que podía visualizar la flecha. Cerré mi ojo izquierdo para usar de mira el derecho. Me moví un poco, buscando una postura más cómoda y, sin pensarlo tanto, solté la flecha. Increíblemente, esta voló a buena velocidad, aunque desvió su objetivo, pegándole un tanto más arriba del blanco.

Los colegas, mientras tanto, también intentaban pegarle. Incluso hicieron apuestas. Se hueveaban entre ellos, con alusiones a Legolas de El señor de los anillos. Que los orcos. Que Gimli. Que los hobbits. Eran tan inexpertos como yo, así que me sentía con la libertad de huevearlos de vuelta. Ese primer flechazo me llenó de una energía nueva, de una consciencia sobre mí mismo que no había sentido hace mucho. Pese a su fallo, aquella flecha errante implicó una catarsis interior. Había roto una barrera, y esa barrera era el miedo.

Esa primera flecha condensaba el coraje del primer movimiento y la posibilidad de la fuerza más allá de la inercia. No sé por qué recordé a Ulises en su regreso a Ítaca. No guardaba ni por asomo su heroismo, pero el solo hecho de cargar con el arco me llenó, por un momento, de un impulso por ajustar cuentas de manera épica. (Ajusticiar a unos cuantos cabrones, por ejemplo).

Recordé también a Link en La legenda de Zelda: Ocarina del tiempo, con su arco de luz, pero llevado al plano de lo real. El enemigo a combatir no era tangible. La batalla ya se estaba gestando por dentro. A quien apuntaba, en esa instancia lúdica, era a mis propios demonios. En cierta manera, la flecha ya estaba tensada desde mucho. Solo hacía falta el instante preciso, el momento iniciático, para su arrojo vacilante.

Digresiones dialécticas en torno al barroco y al posmodernismo (conversaciones con Pablo Rumel Espinoza)

Yo: Tú no puedes comparar el afán deliberado de oscuridad de la escritura posmoderna con el barroco, que tú ves, por ejemplo, en Derridá, en Deleuze. En el fondo, es pura forma. De hecho, el propio Derridá decía que para él la escritura por sí misma es lo fundamental, entendiéndola como algo que incluso rompe con las categorías clásicas, el tema del logos, el tema de la razón, finalmente, el tema de Dios. Para él prima la escritura en cuanto opacidad del sentido. Ahora esto es totalmente contrario al barroco, porque el barroco se entiende como algo recargado, excesivo en sus formas, pero tienes que entenderlo en su contexto. De hecho, el barroco surgió como una propuesta artística de la Contrarreforma, o sea, tiene un trasfondo espiritual, religioso y cultural, en la época del siglo XVII, en un período de crisis de la Iglesia, así que el barroco tiene un sentido, que viene a expresar esta crisis, esta convulsión del ser humano y su espíritu. Tú lo ves, por ejemplo, en el Siglo de Oro español con Góngora. Es una manifestación refinada de la poesía, repleta de giros, metáforas, imágenes poéticas y símbolos. Aun ahí hay una estética, tiene su sentido, su razón de ser. Más adelante, tú tienes el caso de Lezama Lima, con este barroco cubano, hispanoamericano. También tiene todo un trasfondo, una estética detrás, una propuesta. Por eso, comparar el barroco con el esnobismo de un posmodernista no tiene nada que ver. Ellos escriben oscuro a propósito, con un propósito ideológico. He ahí la diferencia crucial. Lo que hay que dejar en claro. Lamentablemente, ciertas humanidades se han volcado hacia esa escritura posmoderna pedante, sin rigor, sin sustancia. No así, el barroco. Por eso, yo reivindico el barroco. Es más propio de nosotros el barroco que la escritura posmoderna.

Rumel: Exacto. El primer movimiento tiene un trasfondo que es trascendental. En cambio, el otro es inmanentista, inmediatista, busca la performance, el happening, el situacionismo. El barroco busca llevar la experiencia al desengaño. El posmodernismo es totalmente lo contrario: busca engañarte, celebra el artificio por sobre lo natural. A diferencia del barroco, que se vale del artificio como un medio para mostrarte lo real.

Yo: En una referencia a Lezama Lima, tal cual señala en su poema Noche insular:

“Dance la luz reconciliando

al hombre con sus dioses desdeñosos.

Ambos sonrientes, diciendo

los vencimientos de la muerte universal

y la calidad tranquila de la luz.”

José Lezama Lima, Noche insular. Jardines invisibles

Que dance la luz y reconcilie al hombre con sus dioses desdeñosos. Ambos sonrientes. Versos que serían impensables para el imaginario de un posmoderno, descreído de Dios, descreído de la luz, descreído de sí mismo y de su propia palabra.

miércoles, 19 de junio de 2024

Jorge Sánchez Fuenzalida, "Tratado filosófico sobre el ser humano. Manifiesto del ser axiático”. (fragmento)

«¿Qué se escucha en la urbe del deseo? Sueños de emancipación, de libertad y grandeza. Avances tecnológicos e inmortalidad, subversión, canciones de subversión; cantos de la superación de lo divino porque el hombre es lo divino. ¿Qué resuena en la urbe capital? Subversión cultural, desapego a la trascendencia; súbita felicidad de haber sentido el éxtasi del gozo esquizoide de la carne transgresora: ¿quién está libre de eso? ¿Yo? ¿Nadie? ¿Qué otro sonido suena en la urbe de la transgresión? El mundo está caído se dice, pero es el hombre el que cayó, ¿o no? Escuchamos sobre la caída del ser del hombre, pero ¿qué voy a pensar si solo escucho la subversión? Únicamente escucho que Dios ha muerto, ¿qué está escuchando todos los días? ¿A quién escucha? La virtualidad está invitándolo a escuchar la no-humanidad, la no-existencia. Existencia dicen, será virtual, pero ¿es real y de realidad la virtualidad?».

martes, 18 de junio de 2024

Gramática (poema)

Tras la proliferación de la mentira,
tras nuestra muerte prematura y anticipada,
tras la noticia falsa de nuestras desapariciones,
tal vez sea el lenguaje lo único que nos sobreviva,
sintaxis articuladora, significante que funda
y se funde en la letra, cuerpo crepitante
en la gramática infinita de la desesperación.
Si lo pensamos en detalle, la Gramática Generativa Transformacional puede explicar el hecho de que un sencillo enunciado como "Chomsky ha muerto" se transformó y generó, a su vez, un número potencialmente infinito de enunciados en el mismo tenor, pese a su falsedad. En estricto rigor, el potencial transformativo de ese modelo de gramática, viene dado por su capacidad de asociación sintáctica, aunque su contenido no se corresponda con la realidad que pretende describir. La sintaxis hizo posible que el enunciado sobre la muerte de Chomsky fuera verdad en la mente de sus interlocutores. A su vez, la propia sintaxis hizo posible, también, que el mismo enunciado fuera desmentido. La vida y la muerte de Chomsky fueron posibles por obra y gracia de la sintaxis, cortesía del lenguaje, su facultad innata.

Comentario al texto panegírico de Lucy Oporto, escrito por Rodrigo Norambuena

Lucy Oporto se ha vuelto, sin duda, por mérito propio, una de las grandes intelectuales chilenas a contracorriente del "ultrismo" vigente en la academia de Humanidades y en el ideario ideológico de la izquierda progresista. Por tal motivo, ha sido cancelada por los mercenarios de dicha corriente, cuestión que, a estas alturas, resulta garantía de autonomía intelectual. Lucy fue una de las pocas que se atrevió con un artículo sumamente crítico en plena "asonada", aquel artículo llamado "Lumpenconsumismo, saqueadores y escorias varias: tener, poseer, destruir", en donde denunciaba el espíritu de disolución visible en los saqueadores en medio de la revuelta y justificado, bajo un discurso refundacional, por ciertos personajes, de la "talla" de Atria o Joignant. Oporto decía sentirse conforme con el buen recibimiento de sus lectores, sus pocos lectores fieles, pese al ataque de sus opositores, tanto en la academia como fuera de ella, un conglomerado radical que adhiere de manera acrítica a los relatos deconstructores de los feligreses del "Octubre negro".
Desmienten muerte de Chomsky, y aclaran que se trata de una noticia falsa. La pregunta que sigue es: ¿fue condoro periodístico o fue a propósito para probar nuestra capacidad de sugestión? Irónico que sea el mismo lingüista que hablaba sobre las estrategias de manipulación de la información. Cayeron redonditos.
En este preciso momento, los cabros de cuarto medio juegan un campeonato de FIFA en la sala. Otros, van a buscar los campeonatos de Taca Taca, Ping Pong y gallito que están haciendo en el colegio. Los más cinéfilos fueron al auditorio a ver una película por Netflix. Yo, en tanto, me tomo un café tranquilamente, mientras observo todo. Se respira el aire de fin de semestre. Un muy pedagógico y lúdico último día de clases.

lunes, 17 de junio de 2024

Colérica poética (poema)

Un intento de poetizar la rabia y la odiosidad, tópico abordado hasta por los grandes, pero no tan explorado. Aquí un breve ejercicio:

Cuando todo cae, cuando lo que creías intocable figura oxidado, manchado por acción de la insania

la avasalladora tempestad de la turba, la sombra junguiana detrás de las caretas hipócritas

el reverso de la pálida belleza, redundante, demacrada por su propio origen traicionado

anatema de la raíz, vileza del tronco, ramas sin arraigo, viento que corona el despojo

ascienden del infierno los santos enterrados, las plegarias negadas al espejo de lo real

trizado cual espacio yermo de la soledad en crudo.



Las emociones ebullen del frío contacto, las presencias y ausencias fornican sin vergüenza

Ante nosotros, bebiendo del tiempo, ebrias, empujan la conspiración tras bambalinas

Tejen y destejen la hebra de los acontecimientos, repletan de veneno e intriga los intersticios

Procuran el ruido entre los espacios vacíos, entre las fosas de las palabras desarticuladas,

Por efecto de la carne y de la sangre invernal, por efecto de la baba que no sobrevivió

Y el fluido calenturiento que presidió las imprecaciones e imputaciones más abyectas.



La traición sirvió de contrapunto al lirismo de la imaginación, los decires que sobrevivieron

Al escandaloso misterio de un romance visceral, fueron carne y nata de voyeristas y conventilleros

Masturbándose ante la idea del mal en las letras, el peligro detrás de la creación de la palabra,

El flujo sanguíneo corriendo presuroso a la luz y penumbra de cada metáfora y figura retórica

En un cauce de fuego le daban caña a la moneda calumniosa,

En una patética apuesta subastaban el honor, el precio y la cabeza de los involucrados

Sus propios cómplices, sus propios contertulios, moribundas estrellas de la noche.



Insectos, criaturas rastreras, doblemente insectos,

Solo son humanos sus miembros, inverosímil la jeta con la que balbucean

Un relato, una narrativa, apenas un remedo de un discurso relamido,

Una trama grotesca, perversa en su meollo,

Funcional a los mercenarios literarios, a los saltimbanquis verborreicos

Amantes de la chimuchina y feligreses del chivo expiatorio

Que excavan en los corazones, sin medida ni escrúpulo

Y extraen, para regocijo moral, el oro negro del odio,

Cínicos, mascotas del titiritero, zalameros del caos.



Cuando todo cae, y lo que denotaba solemnidad se revela cual careta ruidosa, profana en su manierismo

Y los gruñidos de los energúmenos se confunden con las palabras inocuas de los biempensantes

Entonces los sueños y los deseos de trasnoche se vuelven una leyenda infame

Una locura material, negación de la negación, mera idolatría de las heridas y fetiche de la angustia.

Lo negro les arrulla el nervio sensible, se dejan encandilar por el demonio de la consciencia

Que les susurra el rumor de la belleza transmutada y disuelta para alimentar la hybris

De unos cuantos idiotas que abrigan la causa de la disolución y sacralizan el nihilismo del paria.



Asaltan las cabezas de las ilustres estatuas para regocijo de su cloaca histórica,

Su pandemonio de rencores, enconos y odiosidades, ante la sombra del teatro del pánico,

Espectáculo esperpéntico, destellante de magia negra, chapoteando en bilis y úlceras

Amor y obra de iluminados, vanguardia travestida, a la usanza del nuevo orden

Espacio indeterminado, abismo sin fondo en el que habitan sin habitar

En el que fluctúan al ritmo de la deconstrucción y de la relatividad del ser

Maniobrada por poderes fácticos y fuerzas convulsas

Ilegibles para su léxico mediocre, en el ocaso de las miradas y las perspectivas.



Lástima que su imaginario se limite solo a las excrecencias de la calle y su abulia

Una pena que el horizonte de creación se achate al tamaño de una barricada

Que el pirómano se vuelva el nuevo Prometeo,

que el ácido sea mezclado en el elixir,

que el fuego no denote otra cosa que el incendio

y no purificación, y no regeneración

que en sus mentes una llanta y un neumático improvisen la sinapsis.

Sus atropelladas intentonas son carruseles de adrenalina, movimiento animal

llama inescrupulosa del ímpetu y del hábito, colisión y persecución.

Lo siniestro no se detiene, la Hidra chapotea en el sino,

las cabezas de los malditos alimentan el egregor

cierran los cuartos, afilan los cuchillos, despliegan las escuadras

golpean con cinceles la bruta piedra del hombre, temen al golem

porque el golem es la metáfora de su monstruosidad,

menos ser que el ser, pura potencia, promesa altiva

lujuria de una arquitectura fúnebre, demonios en inviernos.



La real cólera los pillará solapados, cual topos sin madriguera, masticando el polvo

La real cólera los asechará, a medio camino entre ameba y humano

Hará que se odien a sí mismos, en la evaporación completa de su máscara

Odiarán el teatro que han montado, y no pararán de odiar hasta que la cólera sea el absoluto

Y el absoluto los engulla en fauces de constelaciones.

Contarán una a una las palabras afiladas en la batalla de los egos

A cambio de voces falsarias, repetidas en el inconsciente, tendidas cual ropa sucia

Babean en el piso mientras la bruma envuelve su agitación, su pequeñez legendaria

La palabra futuro ahora suena a mitología, la inocencia algo que se paga caro, en cuotas poéticas

Y en labios de poeta indignada, revolcándose en la basura de las omisiones y las decepciones

Constantes proyecciones de su propio ser miserable y carente.



La mercancía de la sombra se ha vuelto la regla, la ley interna, el martillo y el compás

La manía del progreso ha redundado en la prostitución del espíritu

El verdadero sentir del animal humano se esfumó junto con lo sólido

Como hueso enterrado en la arqueología del olvido,

La historia patas arriba, alumbrada por un Sol mercenario

De instinto egoísta, la mitad del hombre la mitad de lo que solía

Y de lo que quería, sin tapujos, sin concesiones, acaso sin otra frontera que su pescuezo.

El magnífico miedo sigue moviendo montañas, espectro abarcador

Dinamita las realidades y conspira debajo de las camas de sus infancias

Lo enfrentan sin armas, doblega sus fuerzas, revela la llave del ultimátum

Se niegan a acabar, pero los acaba en el acto, sin la palabra, con la violencia, con la mentira

La sensual mentira de aquella, el dulce y frondoso miembro de la maquinación.



Tras una historia con dolorosa trama, herida supurante, sin clímax

El amargo desencanto alcanza proporciones bíblicas y parte aguas,

Y parte el ascenso, y parte el descenso, porque ya no resta purgatorio

Y el puerto es todo lo que queda, el puerto herido de muerte, saboteado por un cadáver hediondo

Que sobrevuela sus rincones, esquinas e imaginarios, de manera impune

Que despliega a sus emisarios y procura manchar la tiniebla refinada

De sus adoquines, de sus edificios, de sus aceras

Sobre ellas restan los versos y los cantos extintos

Convertidos en sangre contra el pavimento, a merced del golpe

A merced del golpe furioso de la historia, la histeria vuelta creación activa,

Poiesis fatal, oro negro del odio,

versos perros, elegías y rabias.

domingo, 16 de junio de 2024

El poeta Enrique Moro, recuerdo que una vez dijo, en una entrevista: “me gustaría que Valparaíso volviera a ser la Grecia de América, con teatros y óperas en los cerros”. Comparto su moción. Me considero, por eso mismo, un retrómano convencido, un nostálgico de una época que no alcancé a vivir plenamente pero que atesoro celosamente en mi imaginación, un romántico de un Valparaíso pintado a la vieja usanza, la de mis viejos, la de mis tíos, la de mis tatas, un cronista de lo cotidiano, pero también, de lo posible. Que vuelva, por eso, el Real, el Imperio, el Velarde, el Mauri, y tantos otros. Sin duda, abajo el abajismo.

sábado, 15 de junio de 2024

El caso de la Miau Astral me parece tan fascinante como aterrador. Se le compara con Bebé Reno, aunque son distintos los antecedentes. Hay un acoso psicológico -me consta- que es brutal, que no golpea, que no marca, pero que se incrusta en el alma, que evoca la sombra. Solo puede ser sublimado con cariño, entereza, voluntad y mucha imaginación.

Apuntes al vuelo sobre un Valparaíso necrótico (tanatología porteña)

Una mini crónica roja, sobre Valparaíso y sus recientes asesinatos.

Hace casi un mes, encontraron una cabeza humana en una bolsa, en el sector El Pajonal del Cerro Merced. Aún no se determinan los responsables. Terrorífico sicariato, de seguro. En otras circunstancias, el solo hallazgo de la cabeza habría sido alerta nacional, como lo fue el caso de Hans Pozo. 

Durante junio, por otro lado, se descubrieron dos cuerpos: uno, con muchas heridas de golpes y arma cortopunzante, en el sector de Playa Ancha, próximo a la Plaza Bilbao; otro, con un traumatismo craneoencefálico, arrojado en el edificio abandonado que se encuentra a un costado del Parque Italia. Este último crimen aún se investiga, y es muy probable que también se trate de un asesinato. 

Ya no solo algunos cerros de Valpo, que gozaban de “mala fama” entre los propios porteños, anidan la muerte. También el plan de la ciudad está sufriendo el embate de la sangre y la enajenación.

¿Cómo es posible que se llegue a esos extremos, y a la vista de todos, con tanta displicencia? Hay quienes han contribuido a levantar una imagen demacrada de Valparaíso. Un Valparaíso necrótico, marcado por una tanatología subterránea y clandestina, como si un cadáver hediondo sobrevolara sus rincones y su imaginario, infestando con su descomposición la psiquis de los porteños, de manera impune. 

Sin duda, estos asesinatos, entre otros, le dan el toque preciso de indefensión y de despojo a la ciudad. A tal punto se ha relacionado el deterioro orgánico con la percepción de anomia, que han visto en Valparaíso incluso un escenario distópico al uso, sobre todo, cuando la permea el narco y el hampa nihilista. ¿Mad Max? Simple pelada de cable, simple referencia cinematográfica, sin pies sobre el asfalto del patrimonio vencido.

De acuerdo al discurso de algunos afuerinos, cruzar y habitar Valparaíso, hoy por hoy, equivale a invocar una sombra jungiana, realizar un auténtico viaje fáustico, pese a su historia, pese a su tradición. Hay algo en Valpo, una mala fama, un “ánimo visceral”, una cuestión de “chipe libre”, de “vale todo”, que alimenta esa percepción de profundo miedo y desconfianza. ¿Cómo siquiera exponerse, ante la posibilidad de encontrarse al próximo (o la próxima) psicópata en la esquina? 

“Mejor guardarse, mire que por la noche salen las bestias”, recuerdo que dijo una señora de un negocio cerca de donde vivo. Y lo peor es que esas bestias lucen tan humanas como el porteño de a pie. La deshumanización se ha hecho parte del paisaje, o su reverso. Conviene tomar distancia y conservar un poco de luz para la amanecida. El desafío consiste también en atravesar esa pesadilla insomne llamada realidad y llegar entero al otro lado de la acera, para articular una palabra temeraria.

viernes, 14 de junio de 2024

Reflexión de hace más de diez años, que vuelve a tener sentido:

Quizá la única forma en que el hombre se olvida a sí mismo: cuando mira al cielo y ve cómo todo cae, cómo la lluvia arrasa con sus problemas y pensamientos más estancos. Frente a la inclemencia del tiempo, su existencia parece una pura anécdota. Todos sus asuntos se asemejan a gotas dentro de un océano, siendo el origen y el fin, por ejemplo, en los antiguos que celebraban el crecimiento del jardín, en los militares que, contra todo pronóstico, marchaban en honor de la patria, y en los románticos que lamentaban la pérdida de un amor irrenunciable.
Sé que he comenzado a vivir porque he visto caer la lluvia sobre mi cabeza. Sé que he comenzado a morir porque la he visto inundando la ciudad. También la voluntad invita a pasar por el oasis de la ficción para beber un poco de agua, sigue por el desierto de su realidad y, a medida que tiene sed, va encontrando más preguntas en el camino. Por eso, no hay causa visible para ninguna acción, solo brota como el pasto, cuando la sentimos venir. El agua cae, sigue un proceso, pero es arrojada, sin sobresaltos. Se trata acaso de una indeterminación sin límites, que crece sin por qué, y que inquieta en su incógnita.
Del otro lado del mundo, tampoco deja de llover. Quizá esa lluvia sea otra sin razón. Se arrojó simplemente en el momento en que buscaba ser explicada. Entonces, ese arrojo no ofrece garantía. La lluvia dejará de caer, pero algo en nosotros seguirá lloviendo. Que no deje de llover, y así me preparo para salir a la calle, como quien busca una moneda perdida en el fondo de una poza.

jueves, 13 de junio de 2024

Exactamente, hace 110 años, en junio de 1914, Valpo se inundó. Hubo un temporal de tres días en el que los oleajes se hicieron intensos y se desbordó la costa, lo que provocó un gran anegamiento en el plan de la ciudad. La página de la Armada de Chile dispuso fotografías, editadas por Hans Frey, como evidencia de aquel incidente. Uno de los sectores más afectados fue el sector del Almendral. Al reventar el cauce de Bellavista, el agua corrió en calle Condell, Salvador Donoso y O´Higgins. En algunas de las fotografías, se aprecian pasarelas provisorias que fueron instaladas en el sector de Bellavista, para el desplazamiento de los transeúntes. Incluso, hay fotos de botes con gente surcando las calles inundadas. Las arterias parecían una Venecia del fin del mundo, con los porteños arriba de los botes, en un paseo tan trágico como exótico.

A más de un siglo de aquella legendaria inundación, fue anunciado el peor frente de “mal tiempo” en veinte años, a tal punto que fueron suspendidas las clases en toda la zona central. “Como en los viejos tiempos”, subrayan algunos, apreciación que comparto. Y es que, durante los años dos mil, el clima, en general, ha tendido más a la sequía. De hecho, se extrañan aquellos otoños e inviernos en que llovía durante más de dos días seguidos. Siempre con garúas, lloviznas, chaparrones y chubascos intermitentes. Escasas lluvias torrenciales y temporales.

Ahora, se supone que retorna aquella “edad de oro” de las precipitaciones. Y lo afirmo muy entre comillas, ya que, para los más románticos, puede representar un apacible escenario de confort y descanso, con unas sopaipillas, chocolate caliente y el sonido del agua sobre el techo. El problema radica, precisamente, en aquellos que no tienen techo. Para ellos, la lluvia implicará un auténtico castigo bíblico. Expuestos, tendrán que capear el aguacero para poder sobrevivir, sin otro resguardo que la intemperie y otra propiedad que el despojo.

La lluvia, centenaria, como un Dios imparcial, vuelve a imponerse a través del tiempo, para recordarles a los porteños que una vez surcó por sus calles, invicta, y lo puede volver a hacer, para reclamar su poderío. No resta otra cosa que la resistencia, ante una fuerza que nos excede, y el regocijo de que, pasada la tormenta, permanezca el elemento vital, limpiando los rincones, refrescando el ambiente y repletando los cauces.

Javier Milei, Terminator de un futuro enterrado

"No hace falta que el mundo tenga que sufrir semejante debacle para escapar de las ideas del socialismo. Yo vengo de un futuro apocalíptico para evitarlo. Algo así como la historia de Terminator. Bueno, de hecho Schwarzenegger es libertario". Fueron las palabras del presidente de Argentina, Javier Milei. En una publicación, se le ve con el rostro del T 800 de la película Terminator 2: El juicio final. Quiere decir que Milei no se cree el Terminator de la primera entrega, aquel enviado para matar a John Connor, sino que el de la segunda, aquel reprogramado por la Resistencia para defender al líder y batallar junto a los humanos contra las máquinas.

De acuerdo a la analogía que Milei hace de sí mismo con el Terminator, se supone que, para él, dicho futuro apocalíptico gobernado por Skynet sería equivalente a un futuro gobernado por los socialistas. Ahí me temo que el símil de Milei cae en una caricatura o, al menos, en una representación inexacta, porque, en estricto rigor, una hipotética distopía, como la descrita en la película de ciencia ficción de James Cameron, tendría más semejanza con un corporativismo automatizado que tiene bajo su poder el arsenal militar de Estados Unidos, que con un socialismo en la línea de la Unión Soviética de la Guerra Fría, al menos que su símil pueda ser siquiera cercano al escenario descrito por Orwell, de manera mucho más eficaz y metafórica, en su novela 1984. Ahí se cuenta con la fidedigna representación política de un gobierno totalitario en la línea comunista.

Dentro de su postura ideológica, el futuro distópico de Terminator tendría algún grado de relación con un futuro orwelliano, y esto resulta inexacto, toda vez que el gobierno totalitario de las máquinas en el universo Terminator no tiene otra bandera que la de la corporación que le dio vida: Cyberdine. En lo que sí podría coincidir el símil distópico de Milei es en la configuración del sistema político chino. Allí sí que se vive un régimen absoluto con un espíritu muy en la línea del gobierno descrito por Orwell y con muchos elementos de una dictadura hipertecnológica, con capacidad de monitoreo y vigilancia constante a sus ciudadanos. Eso sí, comandados por el único partido: el Partido Comunista Chino, y no por las máquinas autómatas. Bajo este panorama, el escenario apocalíptico aludido por Milei, de manera analógica, aparece incompleto o solo reductible a una sola realidad.

Si le sumáramos a ese espacio tiempo descrito en el símil, el concierto internacional de las potencias mundiales en pugna, es decir: el conflicto reciente entre Israel y Palestina, siempre mediatizado por los poderes fácticos de Occidente; la lucha vigente entre Rusia y Ucrania, con el patrocinio del líder ruso Putin, la OTAN y el gobierno de Estados Unidos; y el conjunto de los proyectos tecnológicos transhumanistas, impulsados por líderes mundiales de la talla de Elon Musk y Klaus Schwab, directo desde el Foro de Davos, entonces tenemos, finalmente, que la analogía de Milei sobre un futuro amenazado por el socialismo (como el de la Unión Soviética en la Guerra Fría) es apenas una sombra de lo que realmente se avecina, de cara a la contingencia y al tenor de los tiempos.

Lo que se avecina se siente y se palpa mucho más jodido que una mera transposición de la maniquea lucha liberal-socialista e izquierda-derecha que, para efectos prácticos, no es sino un voladero de luces para una lucha mucho más grande contra enemigos mucho menos evidentes y con redes de influencia mucho más poderosas que las de antaño. Algunos ya hablan de una inminente “Tercera Guerra Mundial”. Hay quienes tratan de darle un rostro a esos enemigos: globalismo. Otros prefieren hablar en plural de castas, corporaciones, elites, redes, poderes fácticos o poderes en la sombra. El hecho es que estamos asediados por agentes con medios y propósitos todavía incomprensibles a nuestro razonamiento inmediato, y se requiere de un gigantesco esfuerzo intelectual el poder determinar el lugar y el tiempo de dichos agentes en el mundo y cómo situarnos ante ellos.

Una de las señales las podría ofrecer el propio Milei, incomprendido presidente transandino, Terminator de un futuro ya enterrado en el desierto de los imaginarios, empezando por el poder con el cual se codea: el poder político (la casta de Menem), de la mano del poder religioso (su cercanía con Israel) y el poder de las organizaciones internacionales (su paso por el Foro Económico Mundial). Si su plan era infiltrarse cual topo y aplicar motosierra, pues podría comenzar por aquellos ejes de poder, y no limitarse al puro Estado y al Banco Central, entidades sometidas a los designios de castas, al parecer, inalcanzables para el “rugido del león” o, frente a las cuales, el león solo acaba yendo de la selva al circo, para regocijo de la disidencia controlada.

lunes, 10 de junio de 2024

Luego de cachar los comentarios en distintos videos y publicaciones sobre contingencia nacional, solo puedo concluir que abunda el trolleo a mansalva, lo escatológico, lo sarcástico y lo "memético". Lo loco es que se da en todo orden de cosas, incluso en contextos presuntamente más "elevados", y me consta que es así. Entre los cabros, por supuesto que la cosa es menos cartucha. Lo he visto en grupos y chats de política y literatura. Abunda el chisme, el pelambre y la talla interna, porque puta que es bueno pal hueveo el chileno, y le gusta el cahuin y la chimuchina. Y en esto, camaradas, no nos hagamos los hueones. Cada una de estas cuestiones conforman verdaderos relatos caóticos, fragmentarios y disruptivos con una intención, las más de las veces, destructiva, aunque con un insospechado potencial creativo y desacralizador. 

domingo, 9 de junio de 2024

He notado que el afán de notoriedad, el impacto mediático y el afán de figuración mueven harto las agendas personales. Supongo que está bien. Hay quienes tienen ese talento para las relaciones públicas. Lo llevan en la sangre y en la crianza. Han construido su vida entera en torno al roce y al contacto oportuno. Han hecho de su máscara social su mina de oro. En cambio, hay quienes, como yo, que sencillamente no cuentan con ese temperamento, con ese impulso. Con el tiempo, uno evita los grandes círculos, las grandes reuniones, los grandes espacios y encuentra razonable y hasta deseable la idea del "insilio", neologismo que nos remite a la idea de estar pero no estar. Se crea una imagen, una cierta "figura", a punta de ensayo error, porque se pretende persistir en un oficio que, obsesión mediante, ha conllevado grandes aciertos y muchísimos placeres, aunque, sobre todo, incontables sinsabores. Como algunas circunstancias adquieren ribetes dramáticos, y llegan a presentar verdaderos "giros" argumentales, inexplicables, inexorables, se debe aprender -incluso a la fuerza- a amar al proceso y desapegarse del resultado. A punta de estoicismo, se sobrelleva el desastre de la expectativa. Aunque el momento de la catársis, posterior a la catástrofe, es liberador. Derrumbada la antigua imagen, derrumbada aquella figura, su necesidad imperiosa, entonces es cuando puedes abocarte por entero a un derrotero alternativo, palabra por palabra, a un relieve discursivo, narrativo y poético propio, pese a la ignomnia gravitante.
Nueva mini crónica urbana en el estilo de antaño, para quienes aún siguen atentamente a este servidor. Retomando el pulso. Lea y juzgue, carísimo lector:

Un carro tirado por un caballo surcó la avenida en la tarde noche, rumbo a la Iglesia Corazón de María. Llovía mucho. En el carro, iba una pareja de jóvenes casados. Le seguían numerosos vehículos que tocaban la bocina de forma estruendosa. El ruido se confundía con el sonido de la lluvia en el asfalto y el techo de las casas. Pasaron rápido, ante la presencia de quienes por ahí caminaban, algunos indiferentes; otros, estupefactos. Sin duda, la ceremonia de un matrimonio siempre será un acontecimiento, sobre todo si a la salida, luego de la consagración eclesiástica, se deja caer una lluvia torrencial, dotando al “matricidio” de características épicas.

Tan pronto la pareja de casados cruzó la avenida, con ayuda del “carro de sangre”, el gentío se dispersó. La calle volvió a su pasividad paradójica bajo el aguacero. Había quienes se quedaban mirando el “carro del amor”, y otros, sencillamente, corrían para resguardarse de la lluvia que no paraba de caer. La gente había visto en la lluvia repentina un milagro anunciado, pese a que, horas más tardes, algunos rincones de la ciudad se anegarían. Así mismo, la gente vio en la pareja a caballo un milagro andante, un sueño lúcido tirado a sangre, pese a que el amor puede, tarde o temprano, desatar una tormenta y anegar el corazón. Esa misma escena bajo la lluvia podía simbolizar, al mismo tiempo, el derroche de un matrimonio otoñal, consagrado a la precipitación, o bien su pronóstico anticipado, uno en el que los implicados corren el riesgo de inundarse, si no sortean los charcos, los socavones y el vendaval.

Con la suficiente esperanza de vida, se puede escribir hasta el féretro, o bien, retomar textos del pasado, asediados por la odiosa procrastinación y las disyuntivas vitales. Tiempo hay, tiempo falta, pero tiempo al tiempo.

Edgar Morín pública novela de su juventud a los ciento dos años.

Exégetas del caos

"El caos es un orden por descifrar". José Saramago.

“Cuando todo vuelva a retirarse a la matriz del tiempo, reinará el caos de nuevo, y el caos es la partitura en la que está escrita la realidad.” Henry Miller

"El caos es rechazar todo lo que has aprendido. El caos es ser tú mismo". Emil Cioran
Ser conocido aún como cronista, "navegante en hechos y palabras", como "agudo observador del entorno", "inmortalizando crónicas de tiempos idos", por dos grandes poetas porteños y por un amigo escritor de Santiago, basta y sobra, a estas alturas, en cuanto a reconocimiento, y confirma que el oficio, por difícil e incomprendido que parezca, deja una huella mínima. Frente al embate del tiempo y los avatares humanos, las extrañísimas circunstancias vividas, de un tiempo a esta parte, me regocijo en la idea de que algo de nombre queda en la palabra, cincelada con rigor y no con menos pasión.

sábado, 8 de junio de 2024

«Por qué 1984 no será como "1984"»: 40 años del primer Macintosh, Walter Isaacson

Muy interesante artículo sobre la influencia de la novela clásica de Orwell, "1984", en los primeros ordenadores personales Macintosh, surgidos en el mismo año planteado por la obra orwelliana.

"Clow y dos miembros de su equipo —el redactor publicitario Steve Hayden y el director artístico Brent Thomas— habían estado considerando la posibilidad de utilizar un eslogan que utilizara el título de la novela de George Orwell: «Por qué 1984 no será como 1984». A Jobs le encantó, y les pidió que lo tuvieran listo para la presentación del Macintosh, así que prepararon un guion gráfico para un anuncio de sesenta segundos que debía parecer la escena de una película de ciencia ficción. En ella se presentaba a una joven rebelde que huía de la policía del pensamiento orwelliana y que arrojaba un martillo contra una pantalla donde se mostraba al Gran Hermano mientras este pronunciaba un alienante discurso.
El concepto capturaba el espíritu de aquella época, el de la revolución de los ordenadores personales. Muchos jóvenes, especialmente aquellos que formaban parte de la contracultura, habían visto a los ordenadores como instrumentos que podían ser utilizados por gobiernos orwellianos y grandes empresas con el fin de socavar la individualidad de la gente. Sin embargo, hacia el final de la década de los setenta, también se veían como una herramienta en potencia para lograr la realización personal de sus usuarios. El anuncio presentaba a Macintosh como un guerrero que defendía esta última causa: una compañía joven, rebelde y heroica que era lo único que se interponía entre la gran empresa malvada y su plan para dominar el mundo y controlar la mente de los ciudadanos.
A Jobs le gustaba aquello. De hecho, el concepto que articulaba el anuncio tenía para él una relevancia especial. Se veía a sí mismo como un rebelde, y le gustaba asociarse con los valores de la variopinta banda de piratas y hackers que había reclutado para el grupo del Macintosh. Por algo sobre su edificio ondeaba la bandera pirata. Aunque hubiera abandonado la comuna de manzanos en Oregón para crear la empresa Apple, todavía quería que lo vieran como un miembro de la contracultura, y no como un elemento más de la estructura empresarial.
Sin embargo, se daba cuenta, en lo más profundo de su ser, de que había ido abandonando cada vez más aquel espíritu pirata. Algunos podrían acusarlo incluso de haberse vendido".

Treinta y seis jornadas en el mundo de los vivos. Como repetía el poeta Jorge Guillén: "pasa el tiempo y suspiro porque paso".

"Medio siglo sin Julius Evola", Guillermo Mas Arellano

"Evola propone afrontar la crisis con entereza y realismo: buscando la trascendencia y ejercitando el autodominio. En sus palabras, “La libertad se define como la capacidad de dominio sobre los instintos. Todo puede ser dominado y todo puede dominar al hombre, desde el heroísmo al miedo”. Todo ello despierta nuestra naturaleza dormida, lo que somos en potencia y debemos explicitar mediante nuestros actos. Esta perspectiva que desprecia el racionalismo no cae a cambio en el irracionalismo de los románticos (falsamente atribuido después al fascismo y al nacionalsocialismo, en realidad mucho más deudor de la Ilustración), sino en una mentalidad suprarracional que se eleva sobre las capacidades humanas señalando hacia las cumbres más altas del horizonte."

El 6 de junio de 1924, 3 días después de la muerte de Kafka, Milena Jesenská publicó en su obituario: "Vio el mundo lleno de demonios invisibles. Era demasiado sabio para vivir".

miércoles, 5 de junio de 2024

Llaitul y Barraza, un posible romance fatal.

Luego de conocerse los chats internos entre la periodista directora de El ciudadano, Josefa Barraza, y el líder de la CAM, Héctor Llaitul, se ha especulado sobre una posible “correspondencia amorosa” entre ambos. Esos chats hablaban de una confianza importante y significaron una prueba revelada por parte de la propia Fiscalía. Algunos medios alternativos salieron a festinar sobre la filtración de estos mensajes y bautizaron a la periodista como “la Yoko Ono de la CAM” y, por su parte, a Héctor Llaitul lo han llamado “el auténtico indio pícaro”. Muy creativos, en medio de la desintegración general y la corrupción a mansalva, en todo orden de cosas. Al parecer, ya no vale aquella de “por una mujer han caído imperios”. Ahora, lo correcto es decir “por una mujer han caído terroristas y revolucionarios”.

martes, 4 de junio de 2024

En respuesta al artículo "El mito de Dubois" de Gonzalo Serrano del Pozo

Se ha publicado un artículo de Gonzalo Serrano del Pozo, doctor en Historia, que "desmitifica" al "Robin Hood porteño" y lo describe sencillamente como un ladrón y un asesino que arribó al puerto y cometió crímenes atroces de alto impacto social. Serrano alega que la construcción del mito se debió, en parte, a la connotación de sus delitos, a la "revolución periodística" en torno a su caso y al hecho de que haya sido un europeo de "buena pinta" el perpetrador. Producto del artículo han salido algunas voces a apoyar el punto de vista de Gonzalo Serrano y otros a defender de manera férrea el mito en torno a la figura de Dubois, sobre todo, en alusión a su caracter de "santo popular", propio del patrimonio de Valparaíso, que también lo conforman sus leyendas y tradiciones.
Hace poco escribí un artículo sobre Émile Dubois. Como buen porteño, nacido y criado, me lo debía. Fue a raíz de su candidatura imaginaria a la alcaldía de la ciudad, proyecto concebido por un tal Jim Délemont, en su muestra «Evasión hacia un futuro olvidado». Cito lo siguiente: "hay quienes cuestionan que un asesino en serie de la talla del francés sea considerado motivo de culto y de reivindicación, y hay quienes le profesan una fe íntima y otros que indagan en su carácter de mito, mediante el poder evocador del arte y la narrativa. Emile Dubois fue una figura histórica que asoló el puerto con su legado de sangre. El aparato judicial de su época lo condenó, con justa razón, acorde a la ley, pero su personaje y su leyenda le sobreviven, a toda prueba".
En efecto, Dubois fue eso: una figura histórica como apunta Serrano en su desmitificación. Aunque una cosa no quita lo otra. El Dubois histórico no niega necesariamente la existencia del mítico. Es precisa una perspectiva rigurosa y apegada a lo demostrable de los hechos, pero también es vital la perspectiva mitológico-poética de las cosas, para dotarlas de un sentido más profundo e intimista. Es bueno separar ambos personajes, el Dubois histórico y el mítico, y entenderlos, cada uno, en su propia dimensión. Ambos coexisten en Valparaíso. Es en base a relatos que la ciudad es lo que es. Pues recordemos la Poética de Aristóteles: la historia cuenta lo que ya sucedió, en cambio, la poesía trata sobre lo que podría pasar, y por eso es más filosófica. Ciertos porteños querían que Dubois fuera un santo ladrón milagrero, y así se convirtió en uno, bajo el poder evocador del futuro condicional. Si nos quedáramos simplemente con la versión rigurosa de la historia, no existiría literatura ni mito posible.
Durante el gobierno de Boric, tanto Llaitul como Jadue fueron apresados, el primero, bajo sentencia condenatoria; el segundo, bajo prisión preventiva. Este es un hecho fáctico. Las conclusiones dependerán del lente político de cada quien.

lunes, 3 de junio de 2024

Mientras exista absurdo, Kafka seguirá vigente. Ese es el espíritu de su literatura.
En la tarde, imprimí unas copias del cuento Ante la ley de Franz Kafka. Voy a trabajar el texto con los cabros de Cuarto Medio. La idea es realizar un mapa mental de interpretación literaria. Se partirá por una temática general para luego desprender diversas ideas en torno al significado de fondo y explorar distintas lecturas posibles. En un principio, iba a ocupar el cuento Una pequeña fábula, ese en el que un ratón teme que el mundo se esté haciendo pequeño y un gato le dice que debe cambiar de rumbo para poder comérselo. Contundente. Sin embargo, demasiado breve para trabajarlo en una pura clase. Tal vez, en otra ocasión. Aunque, ahora que lo pienso, Una pequeña fábula podría ser leída también en clases, bajo el alero de una interpretación simbólica e incluso contingente, porque ¿Qué mejor metáfora del actual estado de cosas que aquella en que el ratón no tiene otra salida que la boca del gato? A cien años de la muerte de Kafka, esa es, quizá, la fábula sin moraleja más potente, o la fábula con una antimoraleja implacable: que no hay una escapatoria posible al atochamiento sistemático de nuestro mundo, que nosotros mismos, en nuestra búsqueda vital, nos precipitamos sin chistar y aceptamos ser avasallados por variables que nos exceden y que arremeten bajo la ilusión del cambio, para que nada realmente cambie. Lo inevitable es la señal del status quo. Lo kafkiano se multiplica, se manifiesta de maneras mucho más sofisticadas, y el verdugo felino sigue siendo el mismo: difuso y embaucador.

Kafka total: Panegírico kafkiano, a cien años de su muerte.

(extractos de textos críticos y crónicas que repasan al checo inmortal)

Quizá el punto de inflexión para un autor: cuando pasa de sustantivo a adjetivo, como ayer a raíz de un estudio que buscaba explicar científicamente que leer a Kafka te volvía más inteligente y curiosamente, más desesperado, debido al hecho de que las neuronas debían encontrar salidas inauditas a situaciones que el sujeto no podía controlar.
Pensé que la ciencia psicológica sería de hecho más kafkiana al intentar ser objetiva sobre una producción que pertenece al lenguaje literario, con todos sus laberintos y abismos.
Más allá de si era cierto o no el estudio, el propio discurso científico alcanza así cuotas de ficción al encarnar en sí misma la esencia de la obra del checo, su insufrible paradoja.
Un amigo replica entonces que "solo bastaría con el aumento de sueldo de los parlamentarios como evidencia del absurdo general". De esa forma, Chile se gana el adjetivo de kafkiano; luego, el mundo entero en la actualidad sería kafkiano, y no al revés.


Kafka, en realidad, lo que más quería era pertenecer al fuego, al olvido, y hubiera querido que su obra "estuviera en ninguna parte". "¿Qué tengo en común con los judíos? Ni siquiera tengo algo en común conmigo mismo", recordó el propio Kafka, en uno de sus manuscritos inmortales.

Max Brod fue astuto al rehusarse a quemar los manuscritos de su amigo Kafka. En ese gesto traidor lo volvió célebre, en esa tra(d)ición catapultó la obra. Nos prueba que en torno a la fogata de los fines todos se traicionan: editores, escritores, lectores, etc. El fuego, en cambio, habría hecho de la escritura una penitencia silenciosa, un montón de ceniza que no promete nada, pero que nos recuerda que todas nuestras ideas y nuestras palabras pueden arder. El lenguaje no es sino la leña y el silencio arde desde adentro. La escritura vuelve como el fénix de la tra(d)ición, se recrea en ese gesto para luego volverse inflamable, y así, en lo sucesivo, perdura ese ciclo de traiciones y de cenizas que llamamos literatura.

El siglo XX fue, sin duda, el siglo de Kafka.


Lo genial de Kafka era que en su obra jamás explica ningún por qué. En la metamorfosis, por ejemplo, jamás se explica por qué cresta Gregorio Samsa amanece de un día para otro convertido en un monstruoso insecto. Y lo que es mejor aún, así acaba hasta el final de sus días y tampoco logra volver a su estado natural. Lo kafkiano trata precisamente de esa falta de explicación, y las consecuencias que acarrea, y cómo a su alrededor tienen que sobrellevar esa incomprensión y esa fatalidad. El por qué en realidad se devuelve teledirigido hacia el lector. Quizá ser un insecto no sea tan distinto de ser un humano. Quizá la respuesta al por qué no haga, después de todo, ninguna diferencia.


Todo lo cual remite a aquella frase demoledora de Franz Kafka: “Bastante esperanza, infinita esperanza, pero no para nosotros”. Lo apocalíptico es, en sí mismo, kafkiano. Nuestro mundo lo es, en su cualidad escatológica.


“Soy un insecto que soñó ser un hombre y lo amó. Pero ahora el sueño ha terminado y el insecto está despierto”. David Cronenberg, inspirado en La metamorfosis de Kafka.


Kafka se volvió la regla: primero, en forma de estallido; luego, en forma de virus.


Se sabe que cuando Einstein emigró a EEUU, conoció a Thomas Mann, quien le prestó La metamorfosis de Kafka. Einstein la empezó a leer y se la devolvió, no pudo tolerar su lectura. Casualmente, La metamorfosis fue publicada casi durante los mismos años en que Einstein publicó La teoría general de la relatividad.


Cada verdadero escritor ha escrito su propia herejía y tiene que escapar de su propia fatua.

Respuesta de M. O: Inmediatamente me acordé de Kafka, y ciertamente, en su historial como escritor fundamental, no entra en tu apreciación.

Yo: Hay excepciones excepcionales

Yo: Aunque su padre podría ser su fatua personal


No queda más que recurrir a la metáfora de Kafka, que siempre salva como aquel oficinista sentado en un rincón oscuro pero que conoce todos los trámites para todos los problemas posibles, en el fondo cumple la labor de los ángeles, pero sin cielo ni divinidad, solo el redundante rostro del hombre rata, mano de obra ilustrada, acicalado, sorteando obstáculos para llegar impávido a su puesto, eficiente, pero uno entre miles.


Si el mismísimo Kafka (Neruda llamó a Emar, "nuestro Kafka") no hubiese tenido la enfermedad, ni el padre que tuvo, ni esa vida rutinaria y atormentada, no habría sido Kafka. Quizá hubiese llevado una vida más saludable, mucho más corriente, FELIZ! pero en su lugar habría sacrificado la posteridad. A ratos la decisión de escribir va en contra de cualquier expectativa, pero es algo que muchas veces no se elige, o, por el contrario, algo que simplemente los sujetos eligen a pesar de sí mismos.


Personalmente siempre me interesaron los perdedores en vida. Y no es una pura pose, sino que una cuestión vital. Como si lo de perdedor, a pesar de cumplir expectativas, a pesar incluso de subir al altar, se llevara en la sangre. Kafka uno de ellos, y sin embargo, uno de los más conocidos, aunque eso no quiere decir precisamente el más o el mejor leído. A mayor formación no quiere decir precisamente mayor comprensión. Genio no quiere decir éxito. Pero tampoco lo contrario.


Segun Piglia, Joyce domina el lenguaje, mientras que Kafka es dominado por el lenguaje.


Desde Ovidio hasta Kafka, se puede deducir que el sentimiento amoroso sigue pareciendo tan dramático como burocrático


Por la mañana, leyendo un texto sobre Kafka, "el escritor soltero". Dicen que puede ser considerado un quinto Beatle... y su intento de desaparecer, quemando sus manuscritos y rehuyendo el matrimonio, un vano intento de evitarlo.




Sin ir más lejos, equiparó la relectura de la traición con la de Max Brod hacia su amigo Franz Kafka. Dijo que si Max no lo hubiese traicionado, quemando sus manuscritos, nadie habría sabido de su obra. Lo mismo se podría decir respecto a Judas y su maestro.


La hora en que todos, la mayoría, sale de sus trabajos, es la misma en que las ideas vuelan sin imprenta. Los pequeños Kafka cavan y cavan su pozo de babel, leen a los clásicos en oficinas. Otros sentados, otros de pie, sienten el ruido sordo de esas ideas que se oxigenan de solo salir despedidas. Desean, sin embargo, persistir en la rutina para sopesar esa escritura del mundo. En lo profundo de sus puestos, esperan el tiempo después para hurtarlas, arrancarlas del papel, arrojarlas de juerga, entendiendo que sus historias son solo frases que de vez en cuando se encuentran en alguna mesa, puerta, baño del local más nocturno, mientras que el cielo, las estaciones, las mesas se repiten, y son repetidas con mudez laboriosa. Las oficinas del mundo rezan "prefiero no hacerlo", mientras ellos, los roedores del trabajo, los poetas del vacío, simplemente avanzan, agazapados, de madriguera en madriguera, y en esa resignación encuentran su fondo, su cima, el mundo que los necesita, que los administra, que los imprime, esa es su obra, su fiesta secreta.


Me informa la secretaria que debo ir a buscar el finiquito. Enseguida la duda me corroe. El sudor actúa. ¿Por qué habría de tener finiquito, si mi contrato fue renovado? Voy donde la oficina del instituto. La secretaria me señala que debo firmar el finiquito. Le pregunto que por qué, a cuál finiquito se refería. Como K en El proceso, no sabía de la existencia de ese trámite pero se me interpelaba a cumplirlo.


—¿Cómo estai?

-¿Hai leído a Kafka?

-Sí, La Metamorfosis...

-Dale, pues yo estoy como en El proceso.